El desaliento en los hijos de Dios

March 27, 2011

Está mi alma hastiada de mi vida; Daré libre curso a mi queja. Hablaré con amargura de mi alma (Job 10: 1)

Al leer este pensamiento de Job en forma superficial sin detenerse a pensar en el por qué de su exclamación, se puede pensar que es normal que esto suceda en la criatura y no se le dará importancia a lo que él ha dicho. Sin embargo, está expresando dos cosas muy preocupantes: (a) su alma está muy cansada o aburrida de vivir; y (b) desea expresar con amplitud su disgusto o enojo y aflicción de su alma por lo que está viviendo. Esto es fuerte si se considera que contra quien desea expresar su queja es ante su Dios.

El desaliento, es una de las armas muy poderosa que usa el enemigo de todo creyente fiel que quiere alcanzar las promesas gloriosas anunciadas por nuestro Salvador Jesucristo. Este enemigo, Satanás el diablo, quiere que nadie haga la voluntad de Dios. Menos que la criatura obtenga, o alcance, la bendición de estar para siempre con su Creador en comunión y gozo. El desaliento, es la falta de vigor o energía en el cuerpo o en el ánimo. Es flaqueza y debilitamiento de la fe en el creyente. Cuidado que si éste no reacciona a tiempo puede quedar postrado en el camino que ha comenzado a transitar con tanta alegría. Este mal tiene su causa y su efecto. Se puede producir tanto en el interior de la criatura como también puede venir desde fuera. Es el caso de nuestro amado Job, cuyo desaliento fue provocado desde el exterior por Satanás, como todos sabemos, hiriéndolo en su cuerpo con tan horrible enfermedad que sus amigos quedaron mudos por varios días al verlo en aquel lamentable estado (Job 2:13.)

En las Sagradas Escrituras hay muchos ejemplos de personajes que sufrieron desaliento en los cuales meditar, pero sólo nos limitaremos a citar algunos. Por ejemplo,  tenemos a Moisés muy desalentado cuando le dice a Jehová Dios: ¿Por qué has hecho mal a tu siervo? ¿Y por qué no he hallado gracia en tus ojos, que has puesto la carga de todo este pueblo sobre mí? (Nm 11:11). Luego, agrega: Y si así lo haces tú conmigo, yo te ruego que me des muerte, si he hallado gracia en tus ojos; y que yo no vea mi mal. (Nm 11: 15).

¿Cuál fue la causa que provocó esta reacción en Moisés? Venía desde el exterior. Y se produjo por los comentarios de lamentaciones que hablaron los extranjeros que salieron con ellos desde Egipto, influyendo fuertemente en los israelitas provocando desaliento y murmuraciones (Nm 11:4-5.) Haciéndolos llorar de deseos de comer carne y frutas como lo hacían en Egipto. ¿Cuál fue el efecto que produjo? Provocaron a Jehová. Lo mismo sucedió en Moisés, quién oró a Dios que le diera muerte. Y, finalmente, envió Dios una plaga que mató a todos los codiciosos extranjeros e israelitas. Aquel lugar se llamó Kibrot-hataava (Tumba de los codiciosos).

Otro ejemplo notable es el del rey David, hombre elegido por Dios para que reinara Israel. En las escrituras dice así: Jehová se ha buscado un varón conforme a su corazón, al cual Jehová ha designado para que  sea príncipe sobre su pueblo, por cuanto tú no has guardado lo que Jehová te mandó—se  lo dice al rey Saúl (1S 13:14). ¿Quién era realmente este rey David, que también abatido por el desaliento exclama diciendo: Porque mi vida se va gastando de dolor, y mis años de suspirar; se agotan mis fuerzas a causa de mi iniquidad, y mis huesos se han consumido (Sal 31:10)? De acuerdo con este tema vemos en esta expresión de este rey exponer su causa: la iniquidad, que produjo el efecto de su desaliento. Su vida gastándose de dolor y suspirar, se le agotan las fuerzas, y se van consumiendo sus huesos. Esta es la realidad del creyente que se ha descuidado. El desaliento quebranta hasta los huesos de la criatura derribándolo en su camino cuando es víctima de sus acechos, como lo vemos en este dolido rey David.

Este rey tenía características muy especiales en comparación al resto de los israelitas de su tiempo, según las escrituras: era de hermoso parecer (1S 16:12), valiente (1S 17:34-36), un poeta (véase el libro de los Salmos), un gran soldado (2S 5:7). Pero, cometió uno de los pecados más abominables ante los ojos de Dios. Tomó a la mujer de Urias, la dejó embarazada, y para encubrir su pecado mandó a matar a este inocente soldado (2S 11:15). Todo esto lo hace estando ocioso en Jerusalén, mientras su pueblo estaba en guerra guiados por Joab. Como podemos leer: Y sucedió un día, al caer la tarde, que se levantó David de su lecho y se paseaba sobre el terrado de la casa real; y vio desde el terrado a una mujer que se estaba bañando, la cual era muy hermosa…Y envió David mensajeros, y la tomó; y vino a él, y él durmió con ella. Luego ella se purificó de su inmundicia, y se volvió a su casa. Y concibió la mujer, y envió a hacerlo saber a David, diciendo: Estoy encinta (2S 11: 2,4-5.) Como hemos visto, el efecto fue catastrófico y abominable ante los ojos de Dios. Cosa que fue reprendida duramente por Dios, usando al profeta Natán, diciéndole: Así ha dicho Jehová, Dios de Israel: Yo te ungí por rey sobre Israel, y te libré de la mano de Saúl, y te di la casa de tu señor, y las mujeres de tu señor en tu seno; además te di la casa de Israel y de Judá; y si esto fuera poco, te habría añadido mucho más, ¿Por qué, pues, tuviste en poco la Palabra de Jehová, haciendo lo malo delante de sus ojos? A Urías heteo heriste a espada, y tomaste por mujer a su mujer, y a él lo mataste con la espada de los hijos de Amón. Todo esto trajo como resultado lo que sigue: Así ha dicho Jehová: He aquí yo haré levantar el mal sobre ti de tu misma casa, y tomaré tus mujeres delante de tus ojos, y las daré a tu prójimo, el cual yacerá con tus mujeres a la vista del sol. Porque tú lo hiciste en secreto; más yo haré esto delante de todo Israel y a pleno sol (2S 12:7-12.)

Ahora se puede comprender en parte el desaliento de este rey, producido por la humillante vergüenza de su pecado cometido tontamente y que ha sido sacado a la luz. También entendemos por que dijo en una ocasión: ¿A dónde me iré de tu Espíritu? ¿Y a dónde huiré de tu presencia? Si subiere a los cielos, allí estás tú; Y si en el Seol hiciere mi estrado, he aquí, allí tú estás. Si tomare las alas del alba y habitare en el extremo del mar, Aún allí me guiará tu mano, y me asirá tu diestra. Si dijere: Ciertamente las tinieblas me encubrirán; Aún la noche resplandecerá alrededor de mí. Aún las tinieblas no encubren de ti, y la noche resplandece como el día; lo mismo te son las tinieblas que la luz (Sal 139:7-12.) Ya se dijo que a causa de la iniquidad vino este quebranto de espíritu que lo humilla hasta el polvo. Llenando de desaliento su alma. También se dijo que otro de los motivos de su caída fue encontrarse ocioso en su casa real. En estos dos últimos casos hemos visto como trabaja el enemigo de nuestra alma en la carne y en el espíritu de los hijos de Dios. El desaliento tiene su origen cuando actuamos sin razonar conforme a las escrituras, especialmente cuando se está ocioso. Debemos orar sin cesar para no caer en tentación y  luego ser víctimas del desaliento.¡Para la Gloria de Dios!

--Testigo Fiel  

1 comment:

Anonymous said...

No temas ni desmayes xq Jehova tu Dios estara contigo dond quiera q vallas!

"Caer está permitido. ¡Levantarse es obligatorio!."
"Sólo se ha perdido cuando se deja de luchar."
http://www.diostube.com/videos/4225/1-2-Como-superar-el-desaliento---Charles-Stanley

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