
La transformación espiritual del reino de Dios produce justicia en el corazón que debe exceder aquella de los escribas y fariseos. Jesús lo dice: Porque os digo que si vuestra justicia no fuere mayor que la de los escribas y fariseos, no entraréis en el reino de los cielos (Mt 5:20). Entendiendo que se habla de exceder no en la cantidad, sino en la pureza con que se hacen las obras de justicia. Esto naturalmente involucra una transformación en el estilo de vida, particularmente en el comportamiento a la hora de hacer obras de justicia. Jesús elabora en torno a esta mayor justicia enfocándose en advertir: Guardaos de hacer vuestra justicia delante de los hombres, para ser vistos de ellos; de otra manera no tendréis recompensa de vuestro Padre que está en los cielos (Mt 6:1). ¿Cuál es el principio subyacente de esta enseñanza de Jesús?
El principio es: «hacer obras de justicia para recibir elogios de las personas impide la retribución otorgada por Dios». No proceder en base a este principio es equivalente a actuar en una obra de “teatro.” Hipócrita es la palabra griega que en castellano significa actor. El pago del actor es el aplauso de su audiencia, pero no de Dios.
Mateo trata el tema de la hipocresía extensamente en el capítulo 6:1-18, mostrando las advertencias que Jesús hizo en contra de ella. La enseñanza se centra en tres elementos de la piedad judía tradicional: la limosna (6:2-4), la oración (6:5-15) y el ayuno (6:16-18), pero el principio detrás es aplicable a cualquier otro elemento. En general, los versículos 1-4, 5-6, 16-18 enseñan que la piedad es hecha para Dios, o sea, para ser vista por Dios y retribuida por El; en tanto que los versículos 7-15 enseñan que la piedad es hecha de acuerdo con el carácter de Dios.
La enseñanza de Jesús acerca de la hipocresía es enteramente aplicable a la iglesia de nuestros días. En el tema de las ofrendas, incluidos diezmos o donaciones, por ejemplo, hay muchas personas dentro de la iglesia que entregan su dinero con hipocresía, no como una forma de adorar al Padre. Usan el dinero ya sea para ganar reputación, adquirir poder, avanzar en posiciones o “comprar” favores. Recordemos que Jesucristo es el mismo ayer, y hoy, y por los siglos (He 13:8). Y si hace más de dos mil años atrás, se sentaba ocasionalmente para mirar al pueblo entregar sus ofrendas (ver Mr 12:41-44), hoy también lo hace. Pero, ¡hay algo más grave aún! Es el error en que pastores o líderes de algunas congregaciones caen cuando no corrigen estas acciones en sus hermanos por temor a no recibir tal dinero. Evidenciando con ello, no solamente falta de preocupación por las almas, sino dejando ver que en sus propios corazones existe más amor al dinero que a Dios. Además de una enorme falta de fe en el Padre, quien promete suplir toda necesidad. Naturalmente, como lo enseña la Escritura, la consecuencia de esta lamentable conducta es una iglesia carente de la gracia del Señor y que abre sus puertas ampliamente al ingreso de la apostasía.
La gracia del Señor produzca en nosotros arrepentimiento y nos transforme cada día.
--RJM
1 comment:
Amén. Una verdad en las congregaciones. Dios libre a los Suyos!
Sigamos compartiendo estas verdades.
JF
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