Mirando la gloria de Jesús

October 18, 2015

Si llegar a conocer la verdad del evangelio dependiera de nuestro coeficiente intelectual, con seguridad muchos de nosotros estaríamos fuera de este hermoso camino. Le plugo al Padre no usar tal criterio, sino revelar su verdad a los que son como niños. No significa que Dios no pueda llamar a intelectuales o entendidos, pero la condición es ser como niños (ver Mt. 11:25-26, 18:3.) A Pedro le fue revelado que Jesús era el Mesías (Mt. 16:15-17), sin embargo los estudiosos de la escritura en esa época lo llamaron Beelzebú. Esto nos dice que nosotros podríamos tener mucho conocimiento bíblico y aun así no saber quién es Jesús. El Espíritu Santo es quien revela la gloria de Jesús a los que son como niños.

Tres hermosos aspectos de la gloria de Jesús son los siguientes:

1. La actitud de Jesús hacia la misericordia
En el libro a los Hebreos dice que nos hemos acercado a Jesús el Mediador del nuevo pacto, y a la sangre rociada que habla mejor que la de Abel (He. 12:24). ¿Por qué la sangre de Jesús habla mejor que la sangre de Abel? Cuando Caín mató a su hermano Abel, Dios le dijo: ¿Qué has hecho? La voz de la sangre de tu hermano clama a mí desde la tierra (Gn. 4:10). La sangre de Abel clamaba por castigo contra el homicida. Jesús, en cambio, mientras derramaba su sangre allí en la cruz, en medio de una brutal y cruel tortura, clamaba a favor de sus homicidas: Padre, perdónalos, porque no saben lo que hacen (Lc 23:34).

La gloria de Jesús nos muestra que cuando alguien comete un agravio en contra nuestra, se debe neutralizar esa voz interna que muchas veces clama por ajustar cuentas y, aunque el ofensor no lo merezca, desprender un acto de favor y no tomar en cuenta su agravio.

2. La actitud de Jesús hacia la ofensa en su contra
En el caso del antiguo pacto, la ira de Dios se encendió contra María y Aarón por murmurar contra Moisés, su mediador. De inmediato ella se llenó de lepra (leer Nm 12). Jesús, aun siendo mediador de un pacto muy superior al de Moisés, decía: A cualquiera que dijere alguna palabra contra el Hijo del Hombre, le será perdonado; pero al que hable contra el Espíritu Santo, no le será perdonado, ni en este siglo ni en el venidero (Mt 12:32). Moisés era hombre, no obstante la ofensa en su contra tuvo castigo inmediato. Jesús era Dios y hombre, sin embargo ofrecía perdón a cualquiera que blasfemara en su contra.

Con frecuencia cuando alguien habla mal de nosotros deseamos que incluso las penas del infierno caigan sobre el tal. En cambio, la gloria de Jesús nos muestra que cualquier cosa que los hombres hagan en nuestra contra no nos debería afectar. El mismo Señor nos enseña que debemos perdonar aun hasta setenta veces siete (Mt. 18:22). Lo que si nos debe afectar es cuando los hombres hablan mal en contra de nuestro Dios. Muchos cristianos públicamente testificamos que amamos a Dios. Pero, lamentablemente a veces nos comportamos tolerantes cuando en presencia nuestra otros ofenden a Dios e intolerantes cuando nos ofenden a nosotros.

3. La actitud de Jesús hacia el dinero
Cuando Jesús predijo la traición de uno de sus discípulos, sucedió lo siguiente: Y después del bocado, Satanás entró en él. Entonces Jesús le dijo: Lo que vas a hacer, hazlo más pronto. Pero ninguno de los que estaban a la mesa entendió por qué le dijo esto. Porque algunos pensaban, puesto que Judas tenía la bolsa, que Jesús le decía: Compra lo que necesitamos para la fiesta; o que diese algo a los pobres (Jn. 13:27-29.) Judas tenía a cargo los dineros recibidos por el ministerio de Jesús y todos pensaron que la orden encomendada era una de dos: compra lo que necesitamos para la fiesta; o que diese algo a los pobres. Pareciera ser que Jesús usaba los dineros recibidos ya sea para cubrir sus necesidades—incluidas las de sus discípulos—o para compartir con los pobres. Jesús administraba así sus dineros (ver lo que enseña al joven rico en Lucas 18:18-30.)

La gloria de Jesús nos muestra un principio de administración de nuestros ingresos que debiéramos tener en cuenta. Estos se deben ocupar para cubrir nuestras necesidades o para compartir con los pobres. Sin embargo, ¿quién se preocupa del pobre en nuestros días? Siendo cristianos, muchas veces tenemos como regla: cubrir nuestras necesidades y acumular, lo que menos hacemos es compartir con los pobres. Y nos parece racional, porque todo el mundo lo dice, lo enseña y lo hace. ¡Parece normal!  Mas nosotros no debemos vivir por las reglas que dicta el mundo, sino por los principios que nos enseña Jesús—nuestro modelo.

En nuestros días, alrededor del mundo, hay incluso predicadores, pastores, o evangelistas que hacen noticia por manejar turbiamente los dineros de su ministerio a fin de gastar solamente en ellos y en sus familias o acumular, sin preocuparse de compartir con el pobre. Es más, muchos de ellos aparecen aprovechándose de la gente pobre usando el Nombre del Señor para ganancias deshonestas. ¡Eso, el verdadero Jesús NO lo hacía! Y si no actuamos como él, no podemos decir que somos su imagen. En el manejo de dineros, nuestra actitud debe ser sin avaricia y con total transparencia.

Es hermoso observar la gloria de Jesús y en la escritura por supuesto hay innumerables aspectos más que el Espíritu Santo nos debe revelar. No obstante, insistimos más en hablar de hacer misiones aquí o allá y de promover en otros acerca de la necesidad de predicar el evangelio. Y aun cuando todo lo anterior es necesario e importante, se nos olvida que esa labor no es otra cosa sino la consecuencia de ser discípulos del Señor. El discípulo se asemeja a su maestro. ¿Qué hay de la imagen de Jesús en nuestras vidas? La predicación es más fuerte cuando se acompaña con los hechos, mostrando la aplicación de las enseñanzas del divino Maestro en nuestras vidas; la gente debe ver a Jesús en nosotros. Esto es lo que él mismo enseña en la gran comisión (ver Mt. 28:19-20.) Hay casos en que algunos livianamente van a otros países con la excusa de la predicación del evangelio y dejan solamente estragos. En consecuencia, ¿qué imagen estamos mostrando? ¿Estamos mostrando al verdadero Jesús o estamos mostrando a otro Jesús? Tal vez hablamos de conocer a Jesús, pero con los hechos lo negamos.

Hay iglesias hoy día que se han transformado en grupos de personas que hablan de Jesús, pero cuyos miembros no actúan como él. Es lamentable decirlo, pero hay mucha hipocresía en el comportamiento de la iglesia de hoy.

¿Estamos ya en el proceso de ser transformados a la imagen de la gloria de Jesús? Dios quiera que así sea.   

Si comparamos honestamente nuestra vida cristiana con la gloria de Jesús, inmediatamente el Espíritu Santo nos dirá la verdad a través de nuestras propias conciencias. Y posiblemente esa verdad sea: aun estás lejos de la gloria de Jesús. Pero tenemos dos caminos: (1) intentar bajarle el perfil a lo que nos muestra el Espíritu Santo, anteponiendo justificaciones engañosas de nuestro propio corazón; o (2) ser honestos en reconocer que nuestra vida necesita urgente ser transformada a la imagen de Jesús. Dios quiera que optemos por lo segundo; esto es, decirle al Espíritu Santo que nos transforme a la imagen que él mismo nos muestra. ¡Qué así sea!

--RJM

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2 comments:

TABHITA said...

Amén hermosas palabras mi pastor gracias por darce el tiempo de bajar las predicas saludos desde México DF .

fesiglo21 said...

Nos alegramos ser de bendición para Usted y familia. Un abrazo y grandes saludos. --RJM

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