Lucas dedica diez capítulos al relato del viaje de Jesús a Jerusalén, mostrándonos la creciente oposición hacia él y su mensaje, especialmente de parte de los líderes judíos. Sin embargo, en medio de ese relato, hay un pequeño episodio en donde Jesús interactúa con una mujer que enseña algo muy valioso para los cristianos de hoy. Asombrada por las obras que él hacía y por su doctrina, sin importar la multitud, la mujer elevó su voz elogiando en suma medida a la madre de Jesús. Debe, sin duda, haber sido impresionante para ella lo que sus ojos veían y sus oídos oían. La mujer se expresa así: «Bienaventurado el vientre que te trajo, y los senos que mamaste». Y en su respuesta, Jesús dice algo que llama mucho la atención, él dice: «Antes bienaventurados los que oyen la palabra de Dios, y la guardan» (ver Lucas 11.27-28).
La manera como Lucas escribe esa expresión de Jesús en el lenguaje original (i.e., griego) puede literalmente traducirse así: “Al contrario, bienaventurados los oyendo la palabra de Dios y guardándola.” En la cláusula subrayada, se utilizan dos participios en presente activo de los verbos “oír” y “guardar” para decir que algo “está siendo oído” y simultáneamente “está siendo guardado” en ese momento por las personas que forman el sujeto indicado mediante el artículo “los.” Ese “algo” es la Palabra de Dios. Las conjugaciones “oyendo” y “guardando” actúan como adjetivos calificativos y denotan la acción que está realizando el sujeto. Es decir, entregan información acerca de lo que caracteriza a tales personas. A su vez, las personas que conforman el “sujeto” están siendo calificadas como bienaventuradas en ese momento por estar ejecutando tal acción. En el contexto, la palabra “oír” significa también “escuchar comprendiendo,” y “guardar” significa “obedecer.”
Entonces, el Señor está indicando a la mujer que aquellos en la multitud (ella incluida), que están oyendo la Palabra de Dios y guardándola son bienaventurados. La acción continua de oír y guardar es característica de tales personas. La conjugación “son” del verbo “ser” es implícita y puede ser también introducida en la frase.
A través de esta expresión, Jesús también enseña un principio que se repite a través de toda la Escritura: “oír y guardar continuamente la Palabra de Dios” trae como resultado una vida plena, floreciente o feliz (cf. Dt 4.1, Sal 1 y Ap 1.3). Lo interesante es que quienes están aplicando el principio de “oír y guardar” la Palabra de Dios son justamente a los que Jesús en otro pasaje llama “la buena tierra.” «Y estos son los que fueron sembrados en buena tierra: los que oyen la palabra y la reciben, y dan fruto a treinta, a sesenta, y a ciento por uno» (Mr 4.20).
Que importante y sencillo principio para aplicar diariamente a nuestras vidas. Son tres las palabras que deben caracterizarnos continuamente en este nuevo año 2023: oír, guardar y florecer.
—RJM
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