
En primer lugar, la salvación es un regalo precioso y maravilloso de Dios para los que creen. Es absolutamente gratuita para el creyente, pero eso no significa que la salvación sea barata. A Dios le costó nada menos que la vida de su hijo unigénito, Jesús. Por un lado, la salvación fue dada por Dios y nadie tuvo que hacer algo para que eso sucediera, excepto Jesús. Por el otro, la salvación está disponible para todos y nadie puede hacer algo para que así no sea, excepto Jesús. La salvación se originó unilateralmente desde Dios hacia los hombres y las mujeres, sobre la base de su inmenso amor y misericordia, y por lo tanto, es incondicional de parte de Dios. Pero, la salvación es condicional de parte de los hombres, ya que debe ser recibida para que se haga realidad. La salvación puede ser graficada como, en un extremo, Dios extiende sus brazos para alcanzar a hombres y mujeres—esto es lo que la Biblia llama gracia. En el otro extremo, hombres y mujeres deben extender sus brazos para asir el regalo de Dios—esto es lo que la Biblia llama fe. Aquella luz verdadera, que alumbra a todo hombre, venía a este mundo. En el mundo estaba, y el mundo por él fue hecho; pero el mundo no le conoció. A lo suyo vino, y los suyos no le recibieron. Mas a todos los que le recibieron, a los que creen en su nombre, les dio potestad de ser hechos hijos de Dios; los cuales no son engendrados de sangre, ni de voluntad de carne, ni de voluntad de varón, sino de Dios (Jn 1: 9-13.)3
La salvación puede ser entendida como un verbo que la gracia de Dios conjuga en tres tiempos: pasado, presente y futuro. En la salvación en tiempo pasado, el creyente verdaderamente se arrepiente y el perdón de sus pecados es concedido. Como consecuencia, el creyente es salvo de la pena del pecado. Es importante entender que el arrepentimiento (gr., metanoia) significa un cambio profundo de la mente y de las actitudes del corazón en relación al pecado.4 De hecho, es la materialización en el propio corazón del creyente de lo que está escrito como “creer en Su nombre” o “recibirle”. Las personas que verdaderamente se arrepienten asumen toda la culpa por sus pecados sin justificarse a la vista de Dios, ni de los demás. Jesús, por ejemplo, no pudo perdonar a los fariseos, porque siempre ellos se justificaban (Lc 16:15). Justificarse es como decir “no soy culpable, alguien más lo es.” Es similar a una persona enferma que no reconoce que lo está, es imposible que tal persona pueda sanar. De la misma manera, sin arrepentimiento, alguien podría asentir intelectualmente que Jesús es el salvador y sin embargo no ser salvo. Por eso Jesús dijo: Los que están sanos no tienen necesidad de médico, sino los enfermos. No he venido a llamar a justos, sino a pecadores al arrepentimiento (Lc 5:31-32). Los creyentes son solamente pecadores que vienen a Jesús y confiesan sus pecados para recibir sanidad.
Una cuestión medular es que Jesús es quien debe pronunciar: la salvación ha llegado a esta casa—como en el caso de Zaqueo (Lc 19: 8); no es el pastor ni un profeta; no es lo que uno se imagina ni lo que uno lee. En verdad, el Espíritu Santo—o el Espíritu de Cristo (Ro 8:9)—es quien da testimonio a nuestro espíritu de que somos hijos de Dios (Ro 8:16); y aunque su actuar es multiforme, su testimonio inimitablemente trae seguridad plena en el creyente.
Más aún, cuando Dios perdona a alguien, él no sólo se complace con que tal persona pida resueltamente el perdón de los demás, sino igualmente Dios espera que esa persona también perdone a otros (Mt 18:23-35). Y esta es una marca sustancial de la salvación. El que verdaderamente la recibe debe poseer la voluntad de arreglar las cosas con aquellos con quienes tiene problemas (Mt 5:23). Cualquier otra cosa podría no ser salvación.
Más aún, cuando Dios perdona a alguien, él no sólo se complace con que tal persona pida resueltamente el perdón de los demás, sino igualmente Dios espera que esa persona también perdone a otros (Mt 18:23-35). Y esta es una marca sustancial de la salvación. El que verdaderamente la recibe debe poseer la voluntad de arreglar las cosas con aquellos con quienes tiene problemas (Mt 5:23). Cualquier otra cosa podría no ser salvación.
En la salvación en tiempo presente, el creyente es salvado continuamente del poder del pecado. Pablo dice, De modo que si alguno está en Cristo, nueva criatura es; las cosas viejas pasaron; he aquí todas son hechas nuevas (2Co 5:17.) En otras palabras, esa mentalidad natural de amor al pecado que una persona tiene antes de recibir a Jesús es exterminada y reemplazada por una mentalidad de odio al pecado. Esta nueva mentalidad es lo que caracteriza al creyente como nueva criatura, aunque sigue viviendo en un cuerpo de pecado. Pablo lo explica de esta manera: sabiendo esto, que nuestro viejo hombre [i.e., persona antes de la conversión] fue crucificado juntamente con él, para que el cuerpo del pecado sea destruido, a fin de que no sirvamos más al pecado (Ro 6:6). El pecado que mora en el cuerpo es como un amo que siempre busca esclavizar a la nueva criatura que ahora pertenece a otro dueño (Jn 8:31-35; Ro 6:16-18). La marca del creyente que verdaderamente pertenece a Dios es que siempre se somete a él en sincera obediencia, viviendo sólo para Dios. Y por todos murió, para que los que viven, ya no vivan para sí, sino para aquel que murió y resucitó por ellos (2Co 5:15). Por lo tanto, la nueva criatura debe luchar contra su propio pecado a lo largo de toda su vida, resistiendo incluso hasta la sangre (He 12:4), tal como lo hizo Jesús.
En esta batalla, el creyente tiene toda la gracia de Dios respaldándolo, la cual es ayuda inmerecida en el momento preciso (He 4:16). A medida que el creyente se ofrece a sí mismo a Dios, su maravillosa gracia es lo que le permite experimentar salvación del pecado (Ef 2:8-10). El pecado se puede manifestar de diferentes formas en contra del creyente, tales como: orgullo, ira, avaricia, amargura, hipocresía, amor al dinero, etc., pero el creyente, como sabe que el pecado aparece en una de esas maneras, está atento, vigilante, siempre pidiendo a Dios más de su gracia que lo libra de caer bajo el dominio del pecado.
Una cuestión esencial es que el creyente debe poner sus ojos en Jesús, quién es el único modelo de vida en la tierra. Juan el Apóstol dice: el que dice que permanece en él, debe andar como él anduvo (1Jn 2: 6). Esto constituye una señal para alguien que está experimentando salvación en tiempo presente. Primeramente, el ser cada vez más semejante a Cristo debe ser la meta para todos los creyentes, como está escrito: Porque a los que antes conoció, también los predestinó para que fuesen hechos conformes a la imagen de su Hijo, para que él sea el primogénito entre muchos hermanos (Ro 8:29.) Segundo, entre más un creyente es transformado a la vida de Jesús, más salvación del pecado experimentará; como dice Pablo: Porque si siendo enemigos, fuimos reconciliados con Dios por la muerte de su Hijo, mucho más, estando reconciliados, seremos salvos por su vida (Ro 5:10.) Por tanto, así como la muerte de Jesús otorga al creyente reconcilión con Dios (salvación en tiempo pasado), la vida de Jesús le otorga libertad del pecado (salvación en tiempo presente). Las actitudes de Jesús deben hacerse evidentes en la vida del creyente a medida que se experimenta salvación del pecado. Su ejemplo de obediencia (Jn 15:10), amor (Jn 15: 12-13) y sufrimiento (1Pe 2: 19-23). Cristo viviendo en el creyente, por medio del Espíritu Santo, es central en las enseñanzas y ejemplos de los apóstoles (1Co 11: 1).
En la salvación en tiempo futuro, el creyente es salvo de la presencia del pecado. Y esto, conociendo el tiempo, que es ya hora de levantarnos del sueño; porque ahora está más cerca de nosotros nuestra salvación que cuando creímos (Ro 13:11). Este gran evento ocurre en el momento de la muerte del creyente. A partir de ese momento, el creyente nunca más luchará contra el pecado, el cual habrá sido extirpado para siempre de su vida junto con el cuerpo que estaba sujeto a su dominio. El creyente entrará a una nueva esfera en la misma presencia de Dios por la eternidad. En un cosmos totalmente diferente; difícil de imaginar, más allá de las diez dimensiones en que se concibió este universo físico. El creyente ahora en un cuerpo totalmente transformado experimentará otro tipo de leyes "físicas" desconocidas. Ya no habrá fuerza gravitacional, ni fuerza nuclear débil, ni fuerza nuclear fuerte, ni fuerza electromagnética, ni materia. La Biblia describe esto diciendo que: Enjugará Dios toda lágrima de los ojos de ellos; y ya no habrá muerte [entropía], ni habrá más llanto, ni clamor, ni dolor; porque las primeras cosas pasaron (Ver Ap 21:1-8.)
Esta es la gran salvación que Jesús, el Salvador, ha proporcionado a todos los que creen en él. Es una salvación tan grande que Pablo exhorta al creyente de la siguiente manera: Por tanto, amados míos, como siempre habéis obedecido, no como en mi presencia solamente, sino mucho más ahora en mi ausencia, ocupaos en vuestra salvación con temor y temblor, porque Dios es el que en vosotros produce así el querer como el hacer, por su buena voluntad (Fil 2:12-13).
--RJM
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Notas y Referencias
1Traducido y adaptado de: Moraga, R. Salvation 101. En R. Moraga, C. Moreno & M. Sanhueza (Eds.), Resúmenes de la Convención de Juventud KLESIS 2017. Vol. 5, Nº 1, pg. 09-11, Bronx, NY, 24-30 de Julio, 2017. Publicado con la autorización de Missionary Bible School (MBS) <www.missionarybibleschool.org>
2El código 101 se utiliza para indicar algo básico o introductorio.
3Los textos Bíblicos citados en este resumen han sido tomados, a menos que se indique lo contrario, de la versión Reina-Valera © 1960 (RV60). Sociedades Bíblicas en América Latina. Derechos renovados 1988, Sociedades Bíblicas Unidas.
4Bible Study Tools, New Testament Greek Lexicon. <www.biblestudytools.com> Accesado Mayo 16, 2017.
2El código 101 se utiliza para indicar algo básico o introductorio.
3Los textos Bíblicos citados en este resumen han sido tomados, a menos que se indique lo contrario, de la versión Reina-Valera © 1960 (RV60). Sociedades Bíblicas en América Latina. Derechos renovados 1988, Sociedades Bíblicas Unidas.
4Bible Study Tools, New Testament Greek Lexicon. <www.biblestudytools.com> Accesado Mayo 16, 2017.