Fe y Ciencia

August 03, 2016

(Ver video » desde las fronteras del universo visible hasta las partículas subatómicas.)

No es extraño que se asocie el “creer en Dios” como algo irracional. Especialmente en círculos académicos, comúnmente se formula como hipótesis que los seres humanos poseen una fuerte necesidad por creencias irracionales basadas en la fe. Sin embargo, el verdadero fondo del asunto es responder a la pregunta: ¿Es creer en Dios algo irracional?1

En filosofía se denomina “creencias propiamente básicas” a aquellas creencias que es racional sostenerlas pero no sobre la base de argumentos. Ellas son parte del fundamento del sistema de creencias que tiene una persona. Desde la época de René Descartes (1596-1650) se ha considerado que una creencia es propiamente básica si y sólo si ella es auto-evidente, o incorregible, o evidente a los sentidos. Sin embargo, existe otro tipo de creencias propiamente básicas que son corregibles. La creencia, por ejemplo, de que el mundo físico que nos rodea no es una ilusión sino una realidad, no se sustenta sobre la base de argumentos. Nadie consideraría que es irracional sostenerla, al contrario, sería irracional creer que nuestra percepción del mundo físico es efectivamente una ilusión. Alvin Plantinga2, un prominente filósofo de nuestra época, afirma que la creencia que el Dios de la Biblia existe está racionalmente garantizada, sin necesidad de argumentos. Ciertamente resulta mucho más que probable la conclusión que Dios existe al considerar argumentos a favor de su existencia, pero aunque estos sean suficientes, no son necesarios.

A fin de que la creencia que Dios existe sea propiamente básica, el Espíritu Santo juega un rol fundamental. Dado que la experiencia del Espíritu Santo es verídica e inconfundible para quien la posee, tal persona no necesita evidencias con el fin de saber con certeza de que él está verdaderamente experimentando el Espíritu de Dios. Asimismo, la experiencia del Espíritu Santo implica la asimilación de ciertas verdades de la vida cristiana, proporcionando no sólo seguridad subjetiva de la verdad del evangelio, sino el conocimiento objetivo de esa verdad3. Mas el Consolador, el Espíritu Santo, a quien el Padre enviará en mi nombre, él os enseñará todas las cosas, y os recordará todo lo que yo os he dicho (Jn 14:26; ver también Ro 8:15-16, Gá 4:6 y 1Jn 2:27). Para el creyente que posee el testimonio del Espíritu Santo, la creencia que Dios existe no sólo es propiamente básica, sino que además tal creyente puede con propiedad decir: “Yo sé que Dios existe.” De tal manera que argumentos y evidencias incompatibles con tal verdad son abrumados por la experiencia del Espíritu Santo. A esto, se refiere Plantinga al afirmar que la creencia que Dios existe está racionalmente garantizada.  Por lo tanto, la creencia que el Dios de la Biblia existe puede ser racionalmente aceptada como propiamente básica, no fundamentada en argumentos.

Es importante remarcar que, para el creyente, los argumentos y la evidencia científica a favor de la existencia de Dios cumplen sólo un rol subsidiario. Se debe evitar el riesgo de dar más énfasis a los argumentos y a las evidencias que a Dios mismo. Sin ninguna duda, los argumentos y evidencias pueden servir como un instrumento apologético para “mostrar” a Dios, pero no para “conocer” a Dios.

Hay variadas explicaciones a favor de la existencia de Dios, tales como: el argumento de contingencia, el argumento cosmológico, el argumento teleológico, el argumento de la moralidad, el argumento de la conciencia, el argumento ontológico, por nombrar algunos. En lo que sigue se entrega una breve descripción del argumento teleológico a favor de la existencia de Dios.

El argumento teleológico (gr., ‘telos’: estudio de la evidencia de diseño o propósito exhibido en la naturaleza) tiene que ver con el hecho de que el universo se encuentra “finísimamente ajustado” para la existencia de vida inteligente sobre la tierra. El concepto “ajuste fino” significa que las condiciones que hacen posible la vida inteligente sobre la tierra pueden ocurrir solamente cuando las constantes y las cantidades fundamentales de la naturaleza se encuentran dentro de un rango de valores que es extremada y delicadamente estrecho. Por supuesto, este hecho está sólidamente establecido por la ciencia. A fin de entender mucho mejor la idea, considerar la delicadeza necesaria al ajustar el dial cuando se sintoniza una emisora de radio. Para que exista vida, se requiere que un número de al menos noventa parámetros sean delicadamente sintonizados en forma simultánea dentro de un rango infinitesimal de valores. La masa de la tierra, la constante cosmológica del universo, la fuerza de gravedad, la fuerza nuclear débil y fuerte, la velocidad de rotación de la tierra, la cantidad de vapor de agua, la frecuencia de relámpagos, la cantidad de dióxido de carbono, la cantidad de ozono, la cantidad de oxígeno, son todos algunos de entre muchos otros parámetros. Por ejemplo, la masa de la tierra es justo lo suficiente para mantener una capa delgada de gases sobre nosotros. Si la tierra tuviera más masa, lo cual implicaría mayor fuerza de gravedad, habría una atmósfera más pesada, más destructiva con demasiado amonio y metano. Si la tierra tuviera menos masa, habría considerable pérdida de agua. En ambos casos, no sería posible la vida sobre la tierra.

La explicación del sorprendente ajuste fino observado en el universo es una de las tres siguientes: (a) la necesidad física, (b) el azar, o (c) el diseño. La primera explicación “necesidad física” es difícil de probar y por tanto la misma comunidad científica la considera implausible. Respecto de la segunda explicación “el azar”, hay bastante argumentación a favor; sin embargo, el famoso físico-matemático Roger Penrose calculó que las posibilidades que el sistema solar se formara por una colisión al azar de partículas es una entre 101060 posibilidades4 (un número inimaginable), o sea, en otras palabras ¡una probabilidad igual a cero! Por lo tanto, la explicación más plausible para el finísimo ajuste observado en el universo es el diseño. Hace casi treinta años atrás, ante la abundante evidencia de diseño, el astrofísico Paul Davies declaró lo siguiente: “Para mi hay evidencia poderosa de que algo ocurre detrás de todo esto… parece como si alguien hubiera ajustado finamente los números de la naturaleza para hacer el universo… la impresión de diseño es abrumadora.” 5  Cuando se habla de que hay evidencia de diseño, por implicación se entiende la existencia de un Diseñador o, en otras palabras, Dios. Porque así dijo Jehová, que creó los cielos; él es Dios, el que formó la tierra, el que la hizo y la compuso; no la creó en vano, para que fuese habitada la creó: Yo soy Jehová, y no hay otro (Isaías 45:18.)

Aún más, el Diseñador que creó6 el universo debe ser no-creado7, debe trascender más allá del espacio-tiempo8—incluso debe ser también creador del tiempo9, debe ser inmaterial10, debe ser todopoderoso11 y, muy importante, debe ser personal12. ¿No es ese el Dios que describe la Biblia? La misma Biblia invita al hombre a examinar científicamente el universo diciendo: Los cielos cuentan la gloria de Dios, y el firmamento anuncia la obra de sus manos (Salmos 19:1.)

En conclusión, la creencia que Dios existe es una creencia propiamente básica y racionalmente garantizada no sobre la base de argumentos. El testimonio del Espíritu Santo permite al creyente conocer a Dios. Los argumentos y evidencia científica juegan un rol subsidiario solamente y permiten mostrar que la existencia de Dios es plausible. Usando el argumento teleológico, la evidencia permite concluir que la existencia de Dios es más que probable.

--RJM

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Notas y Referencias
1Moraga, R. Fe y Ciencia. En A. Saavedra, D. Coble, M. Sanhueza & E. Araya (Eds.), Resúmenes de la Convención de Juventud KLESIS 2016. Vol. 4, Nº 1, pg. 20-21, Pea Ridge, AR, 25-31 de Julio, 2016. Publicado con la autorización de Missionary Bible School (MBS) <www.missionarybibleschool.org>
2Plantinga, A. (2000). Warranted Christian Belief. Oxford University Press, New York, NY.
3Craig, W.L. (2008). Reasonable Faith: Christian Truth and Apologetics. Third Edition, Crossway, Wheaton, IL.
4Penrose, R. (2005). The Road to Reality: A Complete Guide to the Laws of the Universe. Alfred A. Knopf, New York.
5Davies, P. 1988. The Cosmic Blueprint: New Discoveries in Nature's Creative Ability To Order the Universe. New York: Simon and Schuster, p.203.
6Dios creó el universo: Génesis 1:1.
7Dios no fue creado: Isaías 45:22.
8Dios trasciende el universo: Isaías 40:28, Hebreos 11:3 y 1 Timoteo 6:16.
9Dios creó el tiempo: 1 Corintios 2:7 y Tito 1:2.
10Dios es inmaterial: Juan 4:24.
11Dios es todopoderoso: Génesis 17:1.
12Dios es un ser personal: Isaías 45:18, Mateo 7:11.

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