Una Salvación Tan Grande

July 13, 2015

Introducción1
Existen cuatro términos teológicos que distinguen a nuestra denominación. Podemos decir que nuestra iglesia es ortodoxa—porque abraza los credos esenciales del cristianismo; es protestante—porque adhiere al movimiento iniciado por Martin Lutero; es evangélica—porque promueve el cumplimiento de la gran comisión en el espíritu del gran mandamiento; y pone énfasis en la santidad del creyente.

Ahora bien, dentro del protestantismo se distinguen dos corrientes de pensamiento conocidas como: Calvinismo y Arminianismo. La diferencia surge por la forma como se entiende la doctrina de la Salvación, reflejada en el histórico debate entre los seguidores de Juan Calvino (1509-1564) y los de Jacob Arminio (1560-1609). Básicamente,  Arminio tenía serias dudas de las enseñanzas que los seguidores de Juan Calvino sostenían sobre la doctrina de la “Soberanía de la Gracia” en la salvación del hombre. Y aunque Arminio había sido entrenado bajo la tradición reformada, durante los 15 años que fue pastor de la Congregación de Amsterdam, comenzó a cuestionar muchas de las conclusiones del Calvinismo.

Antes de seguir, es importante hacer notar que ambas corrientes enseñan, en acuerdo a lo que establecen las Escrituras, que la salvación es solamente por gracia. Pero difieren en la explicación de cómo se produce la interacción entre la gracia de Dios y el libre albedrío del hombre. Por tanto, ambas corrientes—y posiciones intermedias—rechazan absolutamente la idea de salvación mediante las obras.

También cabe hacer hincapié que dentro de ambas corrientes—sin duda alguna—encontramos hombres y mujeres genuinamente cristianos y verdaderamente espirituales. Pastores y hermanos en cuyos ministerios se deja ver la unción y el respaldo de parte del Dios vivo. En el pasado, varones pertenecientes a ambas corrientes de pensamiento han contribuido de manera notable al legado de la iglesia de Cristo.

El problema, sin embargo, surge cuando se extreman las posiciones. Jesús dijo que el hombre vivirá de toda palabra que sale de la boca de Dios (Mateo 4:4); no de una solamente, sino de toda. Ese es el cuidado que debemos tener, estar siempre centrados en todo lo que dice la Escritura.

Diferencias entre el Calvinismo y Arminianismo
Las diferencias pueden ser esbozadas bajo los siguientes cinco puntos:

Calvinismo Arminianismo
1. Acerca de la Depravación Total del hombre
Los seres humanos están tan afectados por las consecuencias negativas del pecado original que ellos son incapaces de ser justos, y son siempre e irremediablemente pecadores; el libre albedrío del hombre es totalmente esclavo del pecado de modo que sólo podemos escoger el mal. La regeneración precede a la fe. Los seres humanos están hundidos muy profundamente en el pecado, separados completamente de Dios, incapaces de llegar a ser justos por sí mismos; pero Dios ha extendido Su gracia (en grados variantes) para restaurar el libre albedrío a todos para que todos puedan ser salvos si lo “aceptan.” La fe precede a la regeneración.
2. Acerca de la Elección de Dios
La elección es incondicional, esto es, como los seres humanos no pueden elegir por sí mismos, Dios por Su decreto eterno ha escogido o elegido a algunos para la salvación y los ha hecho así independiente de las decisiones de estos elegidos. La elección es condicional, esto es, Dios desea que todos los seres humanos lleguen a ser justos por Su gracia, sin embargo nos ha llamado a responder a esa gracia y muchos a quienes ha llamado todavía no responden.
3. Acerca de la Expiación de Cristo
La expiación es limitada, esto es, la muerte de Cristo es sólo para quienes Dios ha escogido, y Su sangre garantiza su seguridad de salvación. La expiación es general, esto es, la sangre de Cristo se vertió para todos y, como Su llamamiento a las personas puede ser rechazado, su poder esta, por consiguiente, limitado por la libre voluntad del hombre.
4. Acerca de la Gracia
La gracia es irresistible, esto es, el Espíritu Santo da un impulso irresistible para ser salvo a todos los que son escogidos para la salvación. La gracia común (es decir, la gracia que preserva a la humanidad) puede ser rechazada, pero la gracia eficaz (es decir, la gracia para la salvación) no puede rechazarse. Dios ha dado gratuitamente de su gracia “preveniente” a todos con la esperanza que esto los llevará más allá hacia la gracia salvadora, pero no hay ninguna garantía de que el receptor responderá favorablemente a ésta.
5. Acerca de la Perseverancia de los Santos
Los que son escogidos y guardados perseverarán hasta el fin. Ellos no pueden perder su salvación ya que su voluntad está cautiva del Espíritu Santo. La perseverancia de los santos es condicional, esto es, una vez salva, una persona siempre será salva a menos que por la rebelión desafiante, incesante, determinada, ella se nieguen a la gracia y escoja la apostasía.

Este formato de cinco puntos se desarrolló a partir del Sínodo de Dordtrecht (1618-1619), cuando se formularon los afamados cinco puntos del Calvinismo (Tradición Reformada), i.e., TULIP, como respuesta a los cinco puntos de los Remonstrantes (seguidores de Arminio) quienes protestaron en contra de la enseñanza reformada, especialmente la que dice relación con la doble predestinación defendida por Teodoro de Beza, un seguidor de Juan Calvino. Aunque el sistema teológico de Calvino es de más amplio alcance, estos cinco puntos encapsulan la posición Calvinista en contraposición a la de Arminio y luego a la de John Wesley.

Línea doctrinal de la Iglesia Evangélica Pentecostal
La línea doctrinal de nuestra iglesia fue marcada por su Pastor y fundador Willis C. Hoover en sus escritos.

En una carta que el Pastor Hoover envía a los hermanos separados de la primera iglesia—en Santiago—que acababan de constituirse en nueva iglesia, les aconseja lo siguiente2:
"Aténganse siempre a los Sermones de Wesley. Son un fundamento seguro de doctrina y práctica. Estamos netamente con él en todo este movimiento, y Dios está mostrando a nosotros su favor y agrado como a él le mostró."
Cuando el Pastor Hoover renuncia a la Sociedad Misionera de la Iglesia Metodista Episcopal, dice lo siguiente3:
"Estoy rompiendo relaciones con la organización de la iglesia que he servido toda mi vida. Sin embargo, quiero que mis hermanos sepan que no he dejado de ser metodista. Sigo a Wesley con toda fidelidad. No me he apartado de las doctrinas de Wesley, ni de la iglesia…Esta separación no es una guerra. Es una separación, no del Metodismo, sino sencillamente del gobierno de la Iglesia Metodista, por causa de la conciencia."
John Wesley (1703-1791) es el fundador del movimiento evangélico conocido como Metodismo. Y su posición bíblica en relación a la doctrina de la Salvación era mucho más cercana a la de Arminio4.

¿Qué nos dice la Escritura?
Si bien nuestra iglesia por sus orígenes es heredera de la tradición doctrinal que dejó John Wesley, es importante posicionarse bíblicamente en relación a la doctrina de la salvación. La Escritura provee una visión balanceada que siempre será saludable para nosotros, y ésta se debe extraer de la palabra del Señor (exégesis), y no al revés, intentado justificar algo externo dentro de ella (eiségesis).

Brevemente, podemos decir que la Biblia enseña lo siguiente:

1. Depravación Total

Pablo nos dice (Efesios 2:1-5):
"Y él os dio vida a vosotros, cuando estabais muertos en vuestros delitos y pecados, en los cuales anduvisteis en otro tiempo, siguiendo la corriente de este mundo, conforme al príncipe de la potestad del aire, el espíritu que ahora opera en los hijos de desobediencia, entre los cuales también todos nosotros vivimos en otro tiempo en los deseos de nuestra carne, haciendo la voluntad de la carne y de los pensamientos, y éramos por naturaleza hijos de ira, lo mismo que los demás. Pero Dios, que es rico en misericordia, por su gran amor con que nos amó,  aun estando nosotros muertos en pecados, nos dio vida juntamente con Cristo (por gracia sois salvos)."
Claramente se indica en la cita el estado y la inclinación natural de la humanidad hacia al mal; por sí solos los hombres no pueden encontrar a Dios, pues se encuentran “muertos” en sus “delitos y pecados.” Dios es quien definitivamente tomó—y toma—la iniciativa para salvar a los hombres; pensar de otra manera es insostenible escrituralmente. Muchos pasajes bíblicos corroboran esta verdad acerca del estado de la humanidad (Génesis 6:5; Romanos 3:10-12,21-23, 7:21-24)5.

Sin embargo, la palabra “muerto” en la Biblia no necesariamente significa aniquilación, sino también separación (e.g., ver: Isaías 59.2; 2 Corintios 5:8;  Filipenses 1:23). Además, la imagen de Dios, de acuerdo a la Escritura, sigue en el hombre después de su caída, incluso en los que no son salvos (Génesis 9:6; Santiago 3:9). Por lo tanto, ante el llamado de Dios, el hombre puede responder ya que la imagen de Dios en él no está “erradicada”. Un claro ejemplo es el de Adán y Eva, quienes luego de la caída pudieron responder a Dios (ver Génesis 3:8-10). Pablo incluso hace responsables a personas no salvas por no responder a Dios (Ro 1:18-20).

Por otro lado, la interpretación de la cita anterior no debe entenderse fuera del contexto de todo el pasaje. Efesios (2:8) dice lo siguiente: Porque por gracia sois salvos por medio de la fe; y esto no de vosotros, pues es don de Dios. Cuando Pablo dice “esto” no se refiere a la fe6, sino a toda la frase anterior “por gracia sois salvos por medio de la fe.” De modo que en el plan que Dios ideó para salvar a los hombres, la fe es el medio por el cual se obtiene la salvación, pero este “arreglo” es un regalo que se origina unilateralmente en Dios, solamente por amor y buena voluntad hacia su creación. ¡No por obras! La fe entonces precede a la salvación, y no al revés.

Algo importante de remarcar es que la fe no es una obra (o algo meritorio) como algunos sostienen; es más, Pablo siempre contrasta la fe con las obras; son extremos opuestos (Romanos 1:16-17, 3:19-22, 11:6; Tito 3:5). La justificación del hombre es por fe7.

2. La Elección
La Biblia nos habla de elección (Efesios 1:3-6):
"Bendito sea el Dios y Padre de nuestro Señor Jesucristo, que nos bendijo con toda bendición espiritual en los lugares celestiales en Cristo, según nos escogió en él antes de la fundación del mundo, para que fuésemos santos y sin mancha delante de él, en amor habiéndonos predestinado para ser adoptados hijos suyos por medio de Jesucristo, según el puro afecto de su voluntad, para alabanza de la gloria de su gracia, con la cual nos hizo aceptos en el Amado,"
La esfera de la elección de Dios está en Cristo y todo creyente en él es participante de ella (1 Corintios 1:9). Antes de la fundación del cosmos, basado en Su pre-conocimiento (1 Pedro 1:2) de quienes creerían en él, Dios fijó anticipadamente para el creyente el destino de ser conformado a la imagen de Su hijo Jesús (Romanos 8:29-30).

Dios ofrece su salvación a todos los hombres y aquellos que invocan su nombre serán salvos (Romanos 10:13; Apocalipsis 22:17). La Biblia da a entender que la salvación es un regalo que se debe recibir (Romanos 6:23; Juan 1:12, 3:18), pero no todos los llamados lo reciben (Mateo 22:14).

3. La Expiación de Cristo
La Escritura claramente enseña que Cristo murió como propiciación de los pecados de toda la humanidad. Y él es la propiciación por nuestros pecados; y no solamente por los nuestros, sino también por los de todo el mundo (1 Juan 2:2). Porque Cristo, cuando aún éramos débiles, a su tiempo murió por los impíos (Romanos 5:6). Porque el amor de Cristo nos constriñe, pensando esto: que si uno murió por todos, luego todos murieron; y por todos murió, para que los que viven, ya no vivan para sí, sino para aquel que murió y resucitó por ellos (2 Corintios 5:14-15). Juan el bautista identificó a Jesús como el cordero de Dios que quita el pecado del mundo (Juan 1:29). Por tanto, la muerte expiatoria de Cristo no está limitada sólo a los escogidos, sino que es suficiente para salvar a toda la humanidad.

Debemos tomar seriamente el deseo genuino de Dios expresado en la Escritura por los apóstoles. Pablo dice (1 Timoteo 2:4): el cual quiere que todos los hombres sean salvos y vengan al conocimiento de la verdad. A su vez, Pedro indica (2 Pedro 3:9): El Señor no retarda su promesa, según algunos la tienen por tardanza, sino que es paciente para con nosotros, no queriendo que ninguno perezca, sino que todos procedan al arrepentimiento.

Jesús gustó la muerte por todos (Hebreos 2:9), para que todo aquel que en él cree, no se pierda, mas tenga vida eterna (leer Juan 3:16-18).

4. La Gracia
Dios entrega su gracia al hombre no porque éste tenga mérito alguno, o como resultado de algún esfuerzo, sino solamente por un acto de amor sobre aquellos que creerán en él (Romanos 3:24-26; Efesios 2:4-10). Pero la gracia de Dios puede ser resistida. Un claro ejemplo es lo que indica Jesús (Mateo 23:37): ¡Jerusalén, Jerusalén, que matas a los profetas, y apedreas a los que te son enviados! ¡Cuántas veces quise juntar a tus hijos, como la gallina junta sus polluelos debajo de las alas, y no quisiste! También Esteban reprendiendo a la asamblea les dice: ¡Duros de cerviz, e incircuncisos de corazón y de oídos! Vosotros resistís siempre al Espíritu Santo; como vuestros padres, así también vosotros (Hechos 7:51).

Pablo se consideraba a sí mismo apartado por Dios desde el vientre de su madre y llamado por la gracia de Dios (Hechos 9:15; Gálatas 1:15). Sin embargo, él no pensaba que ese llamado fuera irresistible (Hechos 26:19). Es más, la Escritura nos muestra que los fariseos e intérpretes de la ley desecharon los designios de Dios para sus propias vidas (Lucas 7:30). Por tanto, los hombres no serán condenados porque no haya oportunidad de salvación para ellos, sino al contrario, porque habiendo tan grande oportunidad deciden rechazarla (Juan 12:46-48.)

Vemos entonces que el amor de Dios persuade a sus criaturas, pero no las fuerza. Dios otorga gracia que capacita8 la voluntad de sus criaturas, a fin de que éstas respondan a Su llamado haciendo uso de su genuino libre albedrío (Josué 24:15; Gálatas 5:13; Hebreos 10:26-27; 1 Pedro 2:16).9,10

5. Perseverancia de los Santos
Una de las expresiones que más enfatiza el apóstol Pablo en sus epístolas es “en Cristo” o “en él”. Para quienes están “en Cristo” son todas las bendiciones. El verdadero creyente es aquel que está en Cristo y dice la Escritura que ninguna condenación hay para los que están en Cristo Jesús (Romanos 8:1); es más, nada puede separarlos del amor de Dios, que es en Cristo Jesús (Romanos 8:33-39). Al que a mí viene—Jesús promete—no lo echo fuera (Juan 6:37).

Pablo también dice (Efesios 1:13-14):
"En él también vosotros, habiendo oído la palabra de verdad, el evangelio de vuestra salvación, y habiendo creído en él, fuisteis sellados con el Espíritu Santo de la promesa, que es las arras de nuestra herencia hasta la redención de la posesión adquirida, para alabanza de su gloria."
Por tanto, la seguridad de la salvación para el creyente, sin ninguna duda, se encuentra en Cristo. Mis ovejas oyen [tiempo presente] mi voz, y yo las conozco, y me siguen [tiempo presente], y yo les doy vida eterna; y no perecerán jamás, ni nadie las arrebatará de mi mano (Juan 10:27-28). Todas estas promesas se entregan a quienes están creyendo continuamente en él, no a quienes creyeron ayer, o hace cinco o diez años atrás, y hoy no. Porque de tal manera amó Dios al mundo, que ha dado a su Hijo unigénito, para que todo aquel que en él cree [tiempo presente], no se pierda, mas tenga vida eterna (Juan 3:16.) Perseverar en el Señor significa encontrarse continuamente creyendo en él; éste es el verdadero creyente u oveja que oye y sigue a su pastor. La ocupación del apóstol Pablo era la de ser hallado en él, no teniendo su propia justicia, sino la que es por la fe de Cristo (Filipenses 3:8-10.)

A pesar de que la Escritura otorga seguridad de salvación al que está en Cristo, de la misma manera ella advierte al creyente cuidar tan precioso regalo. Pablo da a entender que el verdadero creyente es como una rama que ha sido injertada en el árbol de buen olivo, pero advierte sobre la posibilidad de que tal rama sea cortada (Romanos 11:17-32). Jesús muestra que él mismo es la vid verdadera y los creyentes los pámpanos que separados de él nada pueden hacer; por tanto, el creyente debe permanecer en él (Juan 15:1-17). Pablo manifiesta que los injustos no heredarán el reino de Dios y entrega una lista de estilos de vida en los que un verdadero creyente ya no puede estar envuelto (1 Corintios 6:9-10; leer también Gálatas 5:19-21 y Efesios 5:3-5.) En Colosenses (1:21-23), el apóstol otra vez escribe acerca de la necesidad de verdaderamente permanecer en la fe:
"Y a vosotros también, que erais en otro tiempo extraños y enemigos en vuestra mente, haciendo malas obras, ahora os ha reconciliado en su cuerpo de carne, por medio de la muerte, para presentaros santos y sin mancha e irreprensibles delante de él; si en verdad permanecéis fundados y firmes en la fe, y sin moveros de la esperanza del evangelio que habéis oído, el cual se predica en toda la creación que está debajo del cielo; del cual yo Pablo fui hecho ministro."
Nosotros—dice la Escritura—somos su casa, si retenemos firme hasta el fin la confianza y el gloriarnos en la esperanza (leer Hebreos 3:1-6). A la luz de todos estos pasajes y muchos otros, no es saludable minimizar estas advertencias, sino más bien ellas han de ser tomadas seriamente.

Tales advertencias se hacen más notables cuando la Escritura habla de la apostasía. Pablo en forma dramática exhorta a los hermanos de Galacia, diciendo: de Cristo os desligasteis, los que por la ley os justificáis; de la gracia habéis caído (Gálatas 5:4). En el libro a los Hebreos (3:12-14) se alienta al cuidado de que no haya en algún hermano un corazón incrédulo como para apartarse del Dios vivo y se exhorta a retener hasta el fin la confianza del principio. Hebreos (10:26-39) hace una clara advertencia e indica abiertamente sobre la posibilidad de perder la salvación. Es el mismo Espíritu Santo quien dice que en los postreros tiempos algunos apostatarán de la fe (1 Timoteo 4:1). ¡Qué increíble imagen nos muestra sobre esto mismo el apóstol Pedro! (2 Pedro 2:20-22.) La posibilidad de que la salvación se pueda perder es cierta de acuerdo a la Escritura. No que Dios quite la salvación, sino que el creyente pueda perderla; y se da en el caso de apostasía (leer Hebreos 2:1-3; 6:4-6).

Sin embargo, si un hermano ha caído de la gracia, se ha desligado de Cristo, uno nunca debiera pensar siquiera (o juzgar) que en su condición actual ha acumulado pecado como para cruzar aquella línea de apostasía. Siempre se debe mirar a tal hermano con el amor que Dios siente genuinamente por su alma. Dios desea sinceramente que él no se pierda; y por tanto, debemos procurar su restauración. Mantener la buena disposición de orar por el hermano con la esperanza de que Dios lo restaure y acercarnos a él sabiendo que "el que haga volver al pecador del error de su camino, salvará de muerte un alma, y cubrirá multitud de pecados."

La Biblia es clarísima en afirmar que la seguridad eterna de Salvación es sólo para el Creyente; i.e., aquel que continuamente cree, razón por la que debemos siempre examinar nuestra fe. A ese nivel Dios nos llama, y él es el más interesado en mantenernos en ese nivel, por eso es que debemos depositarnos en sus manos, estando persuadidos de que el que comenzó en nosotros la buena obra, la perfeccionará hasta el día de Jesucristo.

Finalmente, es saludable mantener una posición centrada en la Escritura; esto es, sin soslayar pasajes que proveen seguridad de salvación ni tampoco otros que llaman a cuidarla. Si se toma un versículo de la Escritura sin compararlo con otros versículos de la misma Escritura, podemos llegar a una conclusión errada y terminar creyendo algo que no necesariamente es cierto. La Biblia entrega un claro equilibrio en una materia de tanta trascendencia para nuestras vidas cristianas. Por tanto, quienes hemos sido hechos hijos de Dios, sólo por Su gracia, ciertamente hallados en Cristo Jesús estamos seguros, pero al mismo tiempo debemos obedecer al llamado de Dios de no descuidar una Salvación tan grande.

--RJM

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Notas y Referencias
1 Nota: El siguiente es un resumen del tópico Corrientes de Pensamiento del Seminario: Doctrina de la Salvación, que la Escuela Bíblica Misionera (MBS, por sus siglas en inglés), perteneciente a nuestra Iglesia Evangélica Pentecostal en Estados Unidos, imparte a hermanos de sus congregaciones.
2 Hoover, M.G. El Movimiento Pentecostal en Chile del Siglo XX (Santiago, Chile: Imprenta Eben Ezer, 2002), Capítulo XIV, pg. 77.
3 Ibid., Capítulo XV, pg. 83.
4 Wesley, J. The Works of John Wesley. T. Jackson, Ed. (London: Wesley Conference Office, 1872. Reimpresión, Beacon Hill, 1978), Vol. X, pg. 358-361.
5 Leer también el Artículo de Fe VII, Del Pecado Original o de Nacimiento.
6 El género de la palabra “fe” (gr., pistis) es femenino, en cambio el de la palabra “esto” (gr., touto) es neutro.
7 Leer también el Artículo de Fe IX, De la Justificación del Hombre.
8 También se habla de gracia preveniente.
9 Leer también el Artículo de Fe VIII, Del Libre Albedrío. En él se describe muy bien la interacción de Dios con el libre albedrío del hombre.
10 Hasta antes del año 350 DC, la iglesia antigua consideraba una doctrina apostólica enseñar que: (1) rechazar el libre albedrío era una herejía, (2) el libre albedrío es un regalo dado al hombre por Dios – ya que nada puede finalmente ser independiente de Dios, y (3) que el hombre tiene libre albedrío porque fue hecho en la imagen de Dios, y Dios posee libre albedrío. [Marston P. & R. Forster. God’s Strategy in Human History (Eugene, Oregon: WIPF and STOCK Publishers, 2000), pg. 296].