Jesús, el buen pastor

August 08, 2011

Yo soy el buen pastor; el buen pastor su vida da por las ovejas (Juan 10:11)

Comúnmente, pastor es la persona que se dedica a la cría, guía y cuidado del ganado al aire libre. En Las Sagradas Escrituras se usa esta palabra más de ciento setenta veces para describir tanto los cuidados y alimentación de las ovejas como lo hacía Raquel hija de Labán: Y ellos dijeron: Bien, y he aquí Raquel su hija viene con las ovejas (Gn 29:7); y como para describir los cuidados y alimentación espiritual de las personas como lo anuncia Jehová Dios por medio del profeta Jeremías, cuando dice al pueblo de Israel: Y os daré pastores según mi corazón, que os apacienten con ciencia y sabiduría (Jer 3:15).

En el Nuevo Testamento, pastor y pastorear (poimën y poimano, respectivamente [1]) son  usadas ambas palabras unas veinte y nueve veces; la mayoría de éstas, para referirse al Señor Jesús. Pastor se usa como nombre personal, significa: líder de multitudes. Y también se le llama pastor, al ministro religioso evangélico que se le ha conferido autoridad religiosa y está a cargo de una congregación de creyentes. El Señor Jesús se denomina a sí mismo el “Buen Pastor”. Según algunos escritores dicen que Jesús hace suyo el pensamiento de “Jehová es mi pastor” del Salmo veinte y tres versículo uno, al decir que él es el buen pastor. El pueblo de Israel, tenía como actividad principal la ganadería, especialmente la crianza de ovino y caprino, labor  muy conocida entre los que estaban escuchando esta alegoría, pero no entendían el sentido implícito en ésta. Porque, como era costumbre en Jesús, les enseñaba en parábolas para que todos no comprendieran sus enseñanzas, como lo dijo en otra ocasión: Por eso les hablo por parábolas: porque viendo no ven, y oyendo no oyen, ni entienden (Mt 13:13). Dando cumplimiento a Las Escrituras: Y habla por parábola a la casa rebelde (Ez 24:3). Y en Mateo (13:34-35) dice: Todo esto habló Jesús por parábola a la gente, y sin parábolas no les hablaba; para que se cumpliese lo dicho por el profeta, cuando dijo: Abriré en parábolas mi boca; Declararé cosas escondidas desde la fundación del mundo.

Esta parábola del buen pastor, estaba dirigida a los príncipes, sacerdotes y profetas de Israel, y fue dicha por causa de la sanación en un día de reposo del hombre que nació ciego, poniendo en duda la procedencia de Jesús, que venía de Dios.

Cuando el Señor Jesús habla del buen pastor, está dejando establecido que también hay pastores malos, a éstos él los llama “asalariados”.  No saben dar buenos pastos, y no les preocupa el cuidado de las ovejas por las cuales se les está pagando, como lo hace notar en su relato: Mas el asalariado, y que no es el pastor, de quien no son propias las ovejas, ve venir el lobo y deja las ovejas y huye, y el lobo arrebata las ovejas y las dispersa. Así que el asalariado huye, porque es asalariado, y no le importan las ovejas (Jn 10: 12-13). En este estado se encontraba el pueblo de Israel cuando aparece el Señor predicando el evangelio; abandonados y dispersos, por los que tenían la responsabilidad de darle el alimento espiritual que era  enseñarle Las Escrituras como lo había ordenado Dios, por medio de Moisés: Cuando viniere todo Israel a presentarse delante de Jehová tu Dios en el lugar que él escogiere, leerás esta ley delante de todo Israel a oídos de ellos. Harás congregar al pueblo, varones y mujeres y niños, y tus extranjeros que estuvieren en tus ciudades, para que oigan y aprendan, y teman a Jehová vuestro Dios, y cuiden de cumplir todas las palabras de esta ley; y los hijos de ellos que no supieron, oigan, aprendan a temer a Jehová vuestro Dios todos los días que viviereis sobre la tierra  a donde vais, pasando el Jordán, para tomar posesión de ella (Dt 31:11-13). De este descuido de las autoridades en el cumplimiento de lo que se le había mandado se da cuenta y lo hace notar nuestro Salvador cuando a los saduceos dice: Erráis, ignorando las Escrituras y el poder de Dios (Mt 22:29).

El Salmista David en una de sus alabanzas canta: Jehová es mi pastor; nada me faltará. En lugares de delicados pastos me hará descansar; Junto a aguas de reposo me pastoreará (Sal 23:1-2). Dando a entender, la felicidad que produce en el alma del que habita al abrigo de Dios, su buen Pastor. En otra parte de las Escrituras dice, refiriéndose a los pastores de Israel: Hijo de hombre, profetiza contra los pastores de Israel; profetiza, y dí a los pastores: Así ha dicho Jehová el Señor: ¡Ay de los pastores de Israel, que se apacientan a sí mismos! ¿No apacientan los pastores  a los rebaños? Coméis la grosura, y os vestís de la lana; la engordada degolláis, mas no apacentáis a las ovejas. Luego, continúa su amonestación por el descuido voluntario de la responsabilidad delegada: No fortalecisteis las débiles, ni curasteis la enferma; no vendasteis la  perniquebrada, ni volvisteis al redil la descarriada, ni buscasteis la perdida, sino que os habéis enseñoreado de ellas con violencia (Ez 34:2-4). Esto no era lo que esperaba Dios de los pastores de Israel; es por eso que Dios toma la siguiente determinación: He aquí, yo estoy contra los pastores; y demandaré  mis ovejas de su mano, y les haré dejar de apacentar las ovejas; ni los pastores se apacentarán más a sí mismo, pues yo libraré mis ovejas, y no les serán más por comida. Porque así ha dicho Jehová el Señor: He aquí yo, yo mismo iré a buscar mis ovejas, y las reconoceré (Ez 34:10-11). Labor que desarrolló nuestro Salvador Jesucristo, dando cumplimiento a las Escrituras, cuando vino a este mundo. Otro profeta dijo de este buen pastor: Como pastor apacentará su rebaño; en su brazo llevará los corderos, y en su seno los llevará; pastoreará suavemente a las recién paridas (Is 40:11). El buen pastor es aquél que con mucho sacrificio, oración y paciencia, cuida el alma nueva que llega a su iglesia, dándole amor y cuidado como lo hacía su Maestro, hasta que ha  logrado ver la transformación de ésta, en nueva criatura. Esta es la enseñanza que nos vino a entregar nuestro Dios por medio de su Hijo Jesucristo sin considerar que  esto le costaría la vida. Esto no lo comprendieron sus discípulos que anduvieron con él, sino después, cuando recibieron el bautismo del Espíritu Santo en aquél aposento alto.

Nuestro Salvador Jesucristo preocupado por las almas que había de salvar, poco antes de ascender a los cielos, con mucha discreción, le dice a Pedro después que hubieron comido: Simón, hijo de Jonás, ¿me amas más que éstos? Le respondió: Sí, Señor; tú sabes que te amo. El le dijo: Apacienta mis corderos. Volvió a decirle la segunda vez: Simón, hijo de Jonás, ¿me amas? Pedro le respondió: Sí, Señor; tú sabes que te amo; le dijo: Pastorea mis ovejas. Le dijo la tercera vez: Simón, hijo de Jonás, ¿me amas? Pedro se entristeció de que le dijese la tercera vez: ¿me amas? Y le respondió: Señor, tú lo sabes todo; tú sabes que te amo. Jesús le dijo: Apacienta mis ovejas (Jn 21:15-17). Qué tremenda responsabilidad cae sobre los hombros de Pedro. Así como negó tres veces a su maestro al cual de verdad amaba, y lloró amargamente de vergüenza su cobardía. Ahora, lleno de humillación, como todo pecador arrepentido, está al lado de su Maestro, respondiendo tres veces y asumiendo esta responsabilidad que le delega su amigo y Señor de su alma. Pedro, contesta tres veces, que le ama más que todos estos que estaban alrededor de ellos, y lo demostraría apacentando sus ovejas.

Hoy  en este tiempo tan convulsionado, téngase presente esta preocupación del apóstol Pablo que así enseña:…porque no he rehuido anunciaros todo el consejo de Dios. Por tanto, mirad por vosotros, y por el rebaño en que el Espíritu Santo os ha puesto por obispos (vigilantes), para apacentar la iglesia del Señor, la cual él ganó por su propia sangre. Porque yo sé que después de mi partida entrarán en medio de vosotros lobos rapaces, que no perdonarán al rebaño. Y de vosotros mismos se levantarán hombres que hablen cosas perversas para arrastrar tras sí a los discípulos (Hch 20: 27-29). Se puede leer esta sabia y humilde enseñanza del apóstol Pedro, que dice: ruego a los ancianos que están entre vosotros, yo anciano también con ellos, y testigo de los padecimientos de Cristo, que soy también participante de la gloria que será revelada: Apacentad la grey de Dios que está entre vosotros, cuidando de ella, no por fuerza, sino voluntariamente; no por ganancia deshonesta, sino con ánimo pronto; no como teniendo señorío sobre los que están a vuestro cuidado, sino siendo ejemplo de la grey, y cuando aparezca el Príncipe de los pastores, vosotros recibiréis la corona incorruptible de gloria (1P 5:1-4). Estos santos varones de Dios fueron capaces de morir como mártires por la causa del bendito evangelio, mostrándose fieles a los consejos recibidos de su Maestro, esta fidelidad la demostraron amando a las almas que iban llegando una por una a las santas filas de los redimidos por la sangre que derramó este buen pastor, y aun ahora, están siendo alcanzadas por la predicación de este evangelio  santo y glorioso.

Una de las profesiones más honrosa que puede alcanzar hombre alguno en la tierra es la de ser pastor de las ovejas en los prados de Dios. Y la satisfacción de este sacrificio al consagrar sus vidas para salvar las almas es ver el cambio que hace Dios en ellas, por el misterio de la predicación de este bendito evangelio: El fruto del justo es árbol de vida; y el que gana almas es sabio (Pr 11:30). Hágase realidad  en nosotros, en estos tiempos, la promesa dicha por Dios, usando la boca del profeta Jeremías: Y os daré pastores según mi corazón, que os apacienten con ciencia y sabiduría (Jer 3:15). Jesús el buen pastor, dijo: “El buen pastor su vida da por las ovejas”  ¿tendremos el valor para hacer nuestra esta exclamación del Señor de nuestras almas?
—Testigo Fiel

Referencias
1. Wikipedia, la enciclopedia libre. Accesado desde www.wikipedia.org en Junio 28, 2011.



No comments:

Post a Comment