Oidores Olvidadizos

June 21, 2011

Cuídate de no olvidarte de Jehová tu Dios, para cumplir sus mandamientos, sus decretos y sus estatutos que yo te ordeno hoy; (Deuteronomio 8: 11)

Una de las cosas más maravillosas que puede encontrar el creyente en las Sagradas Escrituras, entre las tantas que hay en ellas, es cuando Dios se comunica durante cuarenta años con Moisés,iendo como testigo de fondo al pueblo de Israel. Al tercer mes de haber salido de Egipto, Dios habla a Moisés desde el Monte Sinaí diciéndole: Así dirás a la casa de Jacob, y anunciarás a los hijos de Israel: Vosotros visteis lo que hice a los egipcios, Y cómo os tomé sobre alas de águilas, y os he traído a mí. Ahora, pues, si diereis oído a mi voz, y guardareis mi pacto, vosotros seréis mi especial tesoro sobre todos los pueblos; porque mía es toda la tierra. Y como si esto fuera poco, agrega Dios: Y vosotros me seréis un reino de sacerdotes, y gente santa. Estas son las palabras que dirás a los hijos de Israel (Ex 19: 3-6.)

Mientras todas estas cosas sucedían en el monte santo, todo el pueblo observaba el estruendo y los relámpagos, y el sonido de la bocina, y el monte que humeaba; y viéndolo el pueblo, temblaron, y se pusieron de lejos. Y dijeron a Moisés: Habla tú con nosotros, y nosotros oiremos; pero no hable Dios con nosotros, para que no muramos. Y Moisés respondió al pueblo: No temáis; porque para probaros vino Dios, y para que su temor esté delante de vosotros, para que no pequéis (Ex 20:18-20). No sólo Moisés tuvo la bendición de ver a Dios, sino setenta y tres personas más, como testigos de esta tan magnífica realidad, entre ellos, los setenta ancianos de Israel (ver Ex 24:9-10).

Dios se había propuesto introducir al pueblo de Israel, según promesa hecha a Abraham, Isaac y Jacob, a la tierra que fluía leche y miel. Tierra que no tendría que trabajar sus campos, ni construir casas, ni ciudades, todo esto estaría ya hecho. Era llegar y tomar posesión de estas cosas. Como se puede leer a continuación: Cuando Jehová tu Dios te haya introducido en la tierra que juró a tus padres, Abraham, Isaac y Jacob que te daría, en ciudades grandes y buenas que tú no edificaste, y casas llenas de todo bien, que tú no llenaste, y cisternas cavadas que tú no cavaste, viñas y olivares que no plantaste, y luego que comas y te sacies, cuídate de no olvidarte de Jehová, que te sacó de la tierra de Egipto, de casa de servidumbre” (Dt 6: 10-12, ver también en Gn 12:7, 26:3, 28:13).

Dios sólo esperaría a cambio: Gratitud por parte de los israelitas, y esta sería demostrada por medio de la obediencia a lo que hemos tomado por referencia: cumplir  sus mandamientos, decretos y estatutos que había entregado a Moisés para que fueran enseñados a los hijos de Israel y se condujeran por ellos como conducta de vida a seguir, que sería diferente a los pueblos que Dios despojaría. Por eso dice: No andaréis en pos de dioses ajenos, de los dioses de los pueblos que están en vuestro contorno; porque el Dios celoso, Jehová tu Dios, en medio de ti está; para que no se inflame el furor de Jehová tu Dios contra ti, y te destruya de sobre la tierra. Antes había dicho: A Jehová tu Dios temerás, y a él solo servirás, y por su nombre jurarás (Dt 6:10-15).

Todos conocemos bien esta historia, por lo tanto, sabemos cuál fue su conducta hacia Dios después de haber tomado posesión de la promesa cumplida por su Dios y nuestro Dios. Se olvidaron del “Cuídate de no olvidarte de Jehová”. Se olvidaron también de la promesa que le hicieron a Moisés: “Habla tú con nosotros y nosotros oiremos”, o dicho de otra manera: “Estaremos atentos para hacer lo que Dios nos mande.” Pero este entusiasmo puesto en su compromiso fue dicho de labio, no de corazón. Este pueblo de Dios a través del tiempo se fue apartando del compromiso que había hecho en el Sinaí, hasta olvidarse de Jehová Dios y adoraron a los baales, dioses falsos. Pero siguiendo con la lectura: Y Jehová el Dios de sus padres envió constantemente palabra a ellos por medio de sus mensajeros porque él tenía misericordia de su pueblo y de su habitación. Mas ellos hacían escarnio de los mensajeros de Dios, y menospreciaban sus palabras, burlándose de sus profetas, hasta que subió la ira de Jehová contra su pueblo, y no hubo ya remedio (2Cr 36:15-16).

Dios cumplió lo prometido. Pero ellos fueron oidores olvidadizos, ya que no contaron a sus hijos que ellos habían sido sacados por la mano poderosa de Jehová Dios de la esclavitud en que los tenía sometido el pueblo egipcio, y no enseñaron los mandamientos, decretos y estatutos que su Dios le había ordenado poner por obra en sus vidas, en sus hijos y en los hijos de sus hijos. Cuando Dios le dice al pueblo de Israel “Cuídate de no olvidarte de Jehová tú Dios,” le está haciendo entender que deben guardar, proteger, vigilar diligente y atento que se cumpla todo lo que se le ha encomendado bajo su protección o responsabilidad. Cosa que no hicieron nuestros hermanos israelitas. Olvidaron todo.

Hoy, la misericordia de Dios la tiene volcada para bendición al mundo que quiera creer en su Hijo Jesucristo. Al cual no creyó el pueblo de Israel, sino que le mataron, pero para bendición nuestra  Y así como Dios hizo promesa a Abraham; Dios hace promesa a todo aquél que cree en su Hijo: darle el perdón de sus pecados, hacerlo nueva criatura, sellarlo con su espíritu Santo, hacerlo su hijo y darle vida eterna con él en los cielos. Abraham creyó a Jehová Dios lo que le prometió en su primer encuentro que tuvo con él y obedeció. Esto le fue contado por justicia. Dios llega a decir de éste: Mi amigo. Para nosotros ha venido Nuestro Salvador Jesucristo quién nos justifica también ante el Padre, nuestra vida puede estar en armonía con Dios, y si ponemos por obra su Palabra, también se nos contará como justicia. Y también nos llamará amigo nuestro Salvador, si hacemos lo que nos ha mandado (Jn 15:14). Por tanto, es necesario que con más diligencia atendamos a las cosas que hemos oído, no sea que nos deslicemos. Porque si la palabra dicha por los ángeles fue firme, y toda transgresión y desobediencia recibió justa retribución, ¿cómo escaparemos nosotros, si descuidamos una salvación tan grande? La cual, habiendo sido anunciada primeramente por el Señor, nos fue confirmada por los que oyeron, testificando Dios juntamente con ellos, con señales y prodigios y diversos milagros y repartimientos  del Espíritu Santo según su voluntad (He 2:1-4).

Mantengamos firme, sin fluctuar, la profesión de nuestra esperanza, porque fiel es el que prometió. Y considerémonos unos a otros para estimularnos al amor y a las buenas obras; no dejando de congregarnos, como algunos tienen por costumbre, sino exhortándonos; y tanto más, cuanto veis que aquel día se acerca (He 10:23-25)...¡No seamos oidores olvidadizos!
—Testigo Fiel

No comments:

Post a Comment