Testimonio de la obra de Dios en un Alcohólico

January 17, 2011

Como hacía varios días que no visitaba el hogar de mis padres, por motivos de mi trabajo y la distancia, acordamos con mi esposa viajar y visitar a nuestros parientes. Al entrar a la casa de mis padres, me encontré con la siguiente escena: mi madre afanada en sus quehaceres diarios, mi papá sentado leyendo su acostumbrado diario, y al lado de la estufa a leña, mi hermano mayor tendido en el suelo, durmiendo su segunda borrachera de ese día. Eran “tres o cuatro al día,” regañaba mi madre, indicando con su cabeza a mi ebrio hermano.

Después de haber conversado varios temas con mis viejos, llegamos al tema del evangelio, el poder de Dios y cómo el Señor Jesucristo quitaba los vicios de las personas. Mi padre era un hombre ateo. Según él, la religión adormecía las conciencias de los hombres. Me dijo: “Yo creo en lo que puedo ver y palpar.” Prosiguió. “A ti se te hizo fácil cambiar de vida, porque no eras vicioso como tu hermano”-indicando con su dedo al borrachito que dormía plácido al calor de la estufa. “Si Dios existe”-continuó-“dile que cambie este hombre, y ahí, yo voy a creer en la existencia de Dios. ¡Y me comprometo! Yo me hago un evangélico y creyente en Jesucristo.” Ante las sinceras palabras de mi padre, le pregunté sorprendido: ¿Es cierto lo que dice? “¡Sí!”-Exclamó y agregó-“!Aquí esta mi mano! ¡Palabra de hombre!” Estreché fuertemente su mano derecha en señal de compromiso. Luego, al soltar su mano, levanté mis dos brazos al cielo y digo: Señor Jesucristo, usted escuchó esta conversación y vio este compromiso que ha hecho mi padre. Apuntando ahora mi mano derecha en dirección hacia mi hermano tirado en el piso dije: ¡Haga la obra en este hombre! Esta fue la oración que hice por mi hermano.

A los pocos días, mi hermano sin saber lo ocurrido, entró a una iglesia. El Señor Jesucristo le sacó todos los vicios. Lo hizo una nueva criatura. Cuando él ya estaba firme en el camino del evangelio, mi padre cumplió con su palabra. Pasaron los años, mi hermano llegó a ser un Pastor Misionero. Y con quienes más él disfrutaba hablando del amor de Cristo era con los borrachitos que veía en las calles. Muchos de estos hombres que él ganó para Cristo hoy día son hombres felices sirviendo a Dios con sus familias. ¡Gloria a Dios!
--Testigo Fiel

No comments:

Post a Comment