La investidura del predicador

November 06, 2015

Pero tú sé sobrio en todo… (2ª a Timoteo 4:5)1

Por Daniel A. Venegas Pérez
Pastor Presbítero en IEP Concepción, Chile
1914 - 1964

En los tiempos de los primitivos predicadores, es decir, después que el Señor ascendió a los cielos, desde entonces se ha visto una más intensa actitud en la predicación del nombre de Jesús, como Salvador del mundo, tal como era necesario que eso sucediera y que a ese esfuerzo nada hubo que lo pudiera detener, aun con los mayores impedimentos impuestos por quienes se hallaban en autoridad para frenar el avance y progreso de un anuncio semejante.

El Señor Jesús escogió para su ministerio hombres muy sencillos, "sin letra e ignorantes." No tomó de los hombres preparados de esos días. Coincide esto con  lo que dijo el apóstol Pablo a los Corintios: "Sino que lo necio del mundo escogió Dios, para avergonzar a los sabios; y lo débil del mundo escogió Dios, para avergonzar a lo fuerte; y lo vil del mundo y lo menospreciado escogió Dios, y lo que no es, para deshacer lo que es, a fin de que nadie se jacte en su presencia" (1ª a los Corintios 1:27-29). 

Tiene esto su motivo y razón de ser, como también dijo en otra parte el mismo apóstol: "Pero tenemos este tesoro en vasos de barro, para que la excelencia del poder sea de Dios, y no de nosotros" (2ª a los Corintios 4:7).

Sólo que los apóstoles habían recibido el mandato de esperar en Jerusalén hasta que fueran investidos "de potencia de lo Alto", porque bien sabía el Señor que sin esa investidura irían al fracaso rotundamente; la promesa fue cumplida a su debido tiempo ¡Alabado sea el Señor por su promesa!

Vemos la transformación que se produjo en los apóstoles, después de recibir aquella investidura. Ya dejaron de ser los hombres débiles; ahora se transformaron en hombres fuertes, capaces de afrontar toda situación creada en cumplir el ministerio del Señor, al que los había llamado.

Esta investidura precisa todo obrero del Señor para lograr éxito en la predicación, cual la obtuvieron aquellos hombres que carecían de sabiduría; porque el mundo actual necesita nada menos que de hombres equipados de una investidura semejante; no obstante que también pueden tener la preparación intelectual, como la tuvo el gran apóstol de los gentiles: Pablo; sólo que él hizo la predicación no con sabiduría humana, sino con poder del Espíritu, como él lo declara: "Así que, hermanos, cuando fui a vosotros para anunciaros el testimonio de Dios, no fui con excelencia de palabras o de sabiduría. Pues me propuse no saber entre vosotros cosa alguna sino a Jesucristo, y a este crucificado. Y estuve entre vosotros con debilidad, y mucho temor y temblor; y ni mi palabra ni mi predicación fue con palabras persuasivas de humana sabiduría, sino con demostración del Espíritu y de poder" (1ª a los Corintios 2:1-4).

Se puede decir y con toda propiedad, que en estas palabras encontramos el verdadero modelo de predicador, según la norma evangélica. Bien es entonces, que echemos una mirada a nuestro trabajo de evangelización para ver el resultado de nuestra predicación y poder así apreciar, si tendrá o no la "demostración del Espíritu y de poder."

Permita nuestro Dios, a quien servimos, dar a Su Iglesia la verdadera condición de predicadores de esta bendita gracia, la cual estamos anunciando, para que todos los que no han aceptado a Jesús como su Salvador, vengan al conocimiento de la verdad y sean hechos hijos de Dios, en la fe de su Hijo amado, nuestro Señor Jesucristo, ¡Aleluya!

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Notas y Referencias
1 Revista Fuego de Pentecostés No 1035, Iglesia Evangélica Pentecostal, Imprenta Eben-Ezer, de Noviembre de 2015, pg. 12, Santiago, Chile (Tomado y adaptado del artículo publicado en Revista Fuego de Pentecostés No 791, de Julio de 1995, pg. 5).

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