Mateo 5:9 nos dice: Bienaventurados los pacificadores, porque ellos serán llamados hijos de Dios.[1]

Las escrituras nos enseñan que nuestro Dios es un “Dios de paz”; dice: Y el mismo Dios de paz os santifique por completo; y todo vuestro ser, espíritu, alma y cuerpo, sea guardado irreprensible para la venida de nuestro Señor Jesucristo (1Tes 5:23). En otro lugar dice: Y el Dios de paz sea con todos vosotros. Amén (Ro 15:33). Dios no es un ser que destruye sino uno que crea paz. De hecho, él nos reconcilió con él mismo a través de Jesús nuestro Señor y Salvador… y por medio de él reconciliar consigo todas las cosas, así las que están en la tierra como las que están en los cielos, haciendo la paz mediante la sangre de su cruz (Col 1:20). Por lo tanto, él desea que nosotros seamos pacificadores como él lo es.
La Biblia claramente identifica dos razas: aquella que desciende de Adán y la que proviene de Cristo. La raza de Adán es impía y el Señor dice “no hay paz para los impíos.” David solía orar de la siguiente manera: No me arrebates juntamente con los malos, Y con los que hacen iniquidad, Los cuales hablan paz con sus prójimos, Pero la maldad está en su corazón (Sal 28:3; leer también Is 48:22, 57:20-21). Así actúa la gente que no conoce a Dios. Sin embargo, la gente que pertenece a la raza de Cristo debería siempre vivir en paz… por lo demás, hermanos, tened gozo, perfeccionaos, consolaos, sed de un mismo sentir, y vivid en paz; y el Dios de paz y de amor estará con vosotros (2Co 13:11). Aún más, Pablo nos dice: si es posible, en cuanto dependa de vosotros, estad en paz con todo los hombres (Ro 12:18). Así que como hemos sido hechos justos ante los ojos de Dios por la fe en Jesús, por medio de sus promesas, podemos tener verdadera paz con él. Pero, también somos llamados a estar en paz con todos los hombres—i.e., creyentes y no creyentes. Si el Espíritu Santo habita dentro de nosotros deberíamos poseer y transmitir paz como parte del fruto del Espíritu (Gá 5:22).
Por lo tanto, un sirviente del Señor no debe ser pendenciero sino amable con todos, ser capaz de enseñar y ser paciente con aquellas personas que son difíciles. En el caso de que se le requiera dar cuenta de la esperanza que lleva dentro de su corazón, debe no sólo estar preparado, sino hacerlo con amabilidad y respeto.
Hay un principio bíblico que debemos siempre mantener en nuestros corazones para llegar a ser verdaderos pacificadores—i.e., hacedores de paz. Mas Dios muestra su amor para con nosotros, en que siendo aun pecadores, Cristo murió por nosotros (Ro 5:8). Dios dio el primer paso a fin de reconciliarnos con él. De la misma manera, si nosotros realmente somos personas espirituales, siempre debemos dar el paso inicial para reconciliarnos con otras personas. El más espiritual debe dar el primer paso para hacer la paz. Si alguien no desea estar en paz con nosotros, está bien… es su decisión. Pero nosotros debemos dar el primer paso. Si tengo un problema con mi esposa, yo doy el paso inicial para estar bien con ella. Si tengo un problema con mi hermano, un familiar, o un amigo, yo doy el primer paso para estar bien con él. Si hay una relación personal difícil, NO es por mí, sino debido a la otra persona. De esa forma puedo llegar a ser un verdadero pacificador.
En conclusión, si deseamos ser llamados hijos de Dios y llegar a ser hombres y mujeres felices en el largo plazo, debemos entusiastamente buscar ser pacificadores, lo cual significa que como hombres y mujeres espirituales siempre damos el primer paso a fin de hacer la paz con otra persona. Cada día debemos humillarnos ante nuestro Señor—i.e., no ser arrogantes—y solicitar a él que nos de esta grande bendición.
--RJM
____________________________Referencias
[1] Traducido de: Moraga, R. The Peacemarkers. Jail Church Service, Sycamore, Illinois, July 27, 2014.
No comments:
Post a Comment