
Pablo exhortando a los hermanos de la iglesia en Corinto, les dice: no juzguéis nada antes de tiempo, hasta que venga el Señor, el cual aclarará también lo oculto de las tinieblas, y manifestará las intenciones de los corazones; y entonces cada uno recibirá su alabanza de Dios (1Co 4:5.) En aquel gran día vendrá el Señor y todo lo que cada uno de nosotros haya hecho durante su vida será dividido en dos amplios grupos: los hechos privados y los hechos públicos. Entonces examinará dos importantes tópicos en nuestras vidas: (1) lo que hacemos privadamente, y (2) las intenciones de nuestros corazones. El Señor no nos abruma con un montón de capítulos que estudiar, tareas que hacer, ensayos que escribir, libros que leer, proyectos que entregar, etc. Sólo dos tópicos. ¡Nada más!
En el primer tópico, el Señor no incluirá aquello que hacemos públicamente, es decir, lo que todos conocen de nosotros. No considerará que salíamos a la predicación, que asistíamos a la iglesia, que viajábamos de misión a otro país, que atendíamos a los enfermos, etc. ¡No! Todo eso será parte del segundo tópico. Primeramente, él va a considerar sólo las acciones que hacemos y mantenemos en secreto, y las traerá a la luz—o las mostrará abiertamente. Aquellas cosas que hacemos justo allí, en aquel rincón y determinado momento donde nadie nos ve. Nadie está a nuestro alrededor. No están nuestros padres, no están nuestros hermanos, no está nuestra esposa o nuestro esposo, tampoco nuestros hijos. En nuestro escondite, cuando engañándonos a nosotros mismos creemos estar totalmente solos. Por alguna razón se nos olvida lo que David descubrió hace más de 2.500 años atrás: ¿A dónde me iré de tu Espíritu? ¿Y a dónde huiré de tu presencia? Si subiere a los cielos, allí estás tú; Y si en el Seol hiciere mi estrado, he aquí, allí tú estás (Sal 139:7-8.) Imaginando que nadie nos ve, somos capaces de hacer cosas que de ser conocidas por otros traerían el color que la vergüenza sabe sacar al rostro y por lo mismo es que preferimos mantenerlas en absoluto secreto, en el silencio, sin que nadie lo sepa. Es precisamente en la vida secreta donde realmente nos damos cuenta si somos o no verdaderos seguidores de Cristo. Hay muchos males que están haciendo estragos en las iglesias cristianas de Estados Unidos. Y algunos de ellos relacionados con una vida secreta. Por ejemplo, una encuesta realizada en Estados Unidos el año 2006 indica que el 50% de los hombres cristianos y el 20% de las mujeres cristianas son adictos a la pornografía [1]. En otra encuesta del año 2002, de 1.351 pastores (o líderes) encuestados, un 30% confesó haber visto pornografía en los últimos 30 días [2]. A diferencia de antaño, hoy es más fácil estar solos y la tecnología facilita inmensamente las cosas. ¡La fidelidad a Dios en la vida secreta! Dios permita que exista nada de tinieblas en nuestros corazones, a fin de que todo lo que hagamos en secreto provenga sólo de la luz admirable de Cristo, para un día recibir alabanza de Dios. Hay cosas que el Señor si nos pide hacerlas en secreto, e.g., el dar a otros, la oración y el ayuno (ver Mt 6:1-18). Y si hubiera cosas no agradables que mantenemos en secreto, debemos confesarlas al Señor y arrepentirnos ¡ya!
En el segundo tópico, el Señor ahora traerá todas las cosas que hicimos públicamente y manifestará la verdadera intención con la cual las hicimos. Las cosas que hacemos frente a otros no muestran la intención del corazón. El Señor no está preocupado de lo que hacemos, sino de por qué lo hacemos. Debemos examinar nuestro corazón y preguntarnos por qué hacemos las cosas que hacemos. Si voy a la predicación, ¿por qué realmente lo hago? Si asisto a la iglesia, ¿por qué efectivamente lo hago? Si viajo en misión, ¿por qué verdaderamente lo hago? ¡Tantas cosas que hacemos! Pero, ¿por qué las hacemos? ¿Qué nos mueve a hacerlas? A su hijo, David aconsejaba diciendo: Y tú, Salomón, hijo mío, reconoce al Dios de tu padre, y sírvele con corazón perfecto y con ánimo voluntario; porque Jehová escudriña los corazones de todos, y entiende todo intento de los pensamientos. Si tú le buscares, lo hallarás; mas si lo dejares, él te desechará para siempre (1Cr 28:9; ver también He 4:13.) ¿Cuál es el intento de nuestro corazón cuando decidimos hacer algo? ¿Predomina en mí la intención de ser admirado o alabado por los demás cuando decido hacer algo? ¿Hice aquel favor al hermano porque la intención más tarde es ganar su favoritismo o posiblemente su dinero? ¿La solicitud que muestro frente a los líderes de la iglesia es con el fin de colaborar en la obra o la intención es promover la agenda de mi propio bien o el de mi familia? ¿Qué hay de mis hechos en el trabajo o en mis estudios? Pablo recomienda: Todas vuestras cosas sean hechas con amor (1Co 16:14), hacedlo todo para la gloria de Dios (1Co 10:31), y ninguno busque su propio bien, sino el del otro (1Co 10:24). Por tanto, todas las cosas que hagamos que no son motivadas por amor a Dios y a su gloria, así como por amor a nuestros semejantes, lamentablemente no pasarán el examen final. Que terrible será aquel día, si el Señor descubre que toneladas de cosas que hicimos tenían una intención distinta del amor. Será un día de vergüenza, de terrible lamento y de crujir de dientes. ¡La fidelidad a Dios en las intenciones del corazón! Dios permita que nuestras intenciones sean motivadas por el amor, a fin de que todo lo que hagamos en público sea verdadero, y así seamos hallados dignos de recibir la alabanza de Dios. Y si hubiera alguna intención no buena en nuestro corazón, debemos confesarla al Señor y arrepentirnos ¡ya!
El Señor Jesús dijo: bienaventurados los de limpio corazón, porque ellos verán a Dios (Mt 5:8). Un hombre que posee un corazón limpio no teme a que Dios traiga a la luz los hechos privados de su vida, tampoco que Dios manifieste las intenciones detrás de sus hechos en público, pues su corazón está limpio de cualquier diminuta tiniebla y/o maldad. Amado lector, hagamos nuestras las palabras de Juan: Hijitos míos, estas cosas os escribo para que no pequéis; y si alguno hubiere pecado, abogado tenemos para con el Padre, a Jesucristo el justo (1Jn 2:1). ¿Está Usted preparado para el examen final? En esta hermosa época en la que vivimos, la gracia del Señor está a nuestro favor. ¡Preparémonos!
--RJM
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Referencias
[1] ChristiaNet, Inc., “ChristiaNet poll finds that evangelicals are addicted to porn.” Marketwire, Aug. 7, 2006. http://www.marketwire.com/press-release/christianet-poll-finds-that-evangelicals-are-addicted-to-porn-703951.htm (accesado Junio 03, 2013).
[2] CovenantEyes (2013), “Pornography Statistics.” http://www.covenanteyes.com (accesado Junio 03, 2013).
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