El Abuso Sexual

April 22, 2013

A todos los sedientos: Venid a las aguas; […] y con paz seréis vueltos; los montes y los collados levantarán canción delante de vosotros […]. En lugar de la zarza crecerá ciprés, y en lugar de la ortiga crecerá arrayán; y será a Jehová por nombre, por señal eterna que nunca será raída […]. (Isaías 55)

Por Eric Araya Navarrete [1]

Mientras la esposa del pastor ministraba por intermedio de la oración él lloró y no fue capaz de detenerse. Sus lágrimas rodaron por las mejillas y como testimonio dejaron su rastro en la agenda que cargaba en las manos; sabía que algo se había desprendido de su  ser. Antonio [2]  era parte del público y había entendido, durante la ponencia, que en su infancia fue víctima de un tipo de abuso sexual. Aquello por lo que se había recriminado muchas veces no había dependido de él, pues un pequeño nunca iba a buscar ser herido de tal forma. Después de años de incertidumbre y daños en su corazón, comenzaba a vislumbrar la restauración del Señor en su vida y a ser libre de la culpa.

El abuso sexual les roba el futuro a los niños y a las niñas. Siempre que la sexualidad de un adulto irrumpe en la de un menor quedarán heridas y cicatrices que no se borrarán con el paso del tiempo, sino que requerirán de la sanidad que se inicia con la intervención del Médico del alma [3].

Según cálculos aportados por la OMS “150 millones de chicas y 73 millones de chicos menores de 18 años tuvieron relaciones sexuales forzosas o sufrieron otras formas de violencia sexual con contacto físico en 2002” [4]. En otras palabras, más de 220 millones de niñas, niños y adolescentes fueron maltratados sexualmente sólo ese año ¡Qué horror! ¡Qué espanto!

Sin embargo, aunque cifras como las citadas nos impactan y provocan dolor, este es un tema que se rehúye, oculta y no se denuncia. Una actitud que agrava las consecuencias y el dolor de las víctimas, y sumerge a la iglesia en la indiferencia para con aquel que experimenta la injusticia. Pero para enfrentar esta crítica situación es preciso aclarar dudas e incorporar conceptos adecuados. ¿Es el abuso sexual el único tipo de maltrato? ¿Estaremos los cristianos libres de este flagelo? ¿Qué consecuencias acarrea el abuso? ¿Existe restauración? ¿Podemos prevenirlo? ¿Qué postura adoptaremos como iglesia? Brevemente daremos respuesta a cada uno de estos cuestionamientos y descubriremos que podemos ser gestores de un gran cambio y un soporte para muchos corazones quebrantados.

1. El Abuso
Ante todo debemos comprender que no existe un solo tipo de abuso, sino que el sexual es uno entre cinco [5]. El cual “se refiere a cualquier conducta sexual mantenida entre un adulto y un menor […]”. Siendo importante destacar que “las conductas abusivas, que no suelen limitarse a actos aislados, pueden incluir un contacto físico (genital, anal o bucal) o suponer una utilización del menor como objeto de estimulación sexual del agresor (exhibicionismo o proyección de películas pornográficas)” [6].

El concepto deja en claro que la violación no es la única forma de abuso sexual, sino que una diversidad de acciones se considera maltrato de esa índole. No pudiendo adjudicarse a una en especial el mayor daño, ya que la forma de procesar el evento varía entre las personas. Por ende es indebido minimizar el impacto generado en una víctima y cada caso requerirá de intervención oportuna y sin impedimentos.

Las mujeres son maltratadas más frecuentemente (58,9 %) que los hombres (40,1 %), en un  rango etario que usualmente va de los 6 a 12 años [7]. Y lo escalofriante es que hasta en un 90 % de los casos los victimarios son familiares o conocidos [8]. Penosamente, como mencionan los pastores Cinalli, el incesto es el delito más negado y el que mejor se oculta. Debemos desprendernos del mito que relaciona al abusador con un “viejo verde” o “degenerado.”

Por lo general, los causantes del daño no se arrepienten y adoptan conductas repetitivas. Por lo mismo, siempre corresponde denunciar el abuso y abusador, y nunca pensar ingenuamente que el causante no volverá a infligir maltrato a otra víctima.

2. La Iglesia
Lamentablemente, como cristianos no estamos ajenos a esta cruda realidad. En el año 2001 se realizó un extenso trabajo en jóvenes evangélicos y los datos fueron alarmantes. Diez años después se repitió la encuesta con dos mil jóvenes argentinos de diversas provincias y denominaciones cristianas, y las cifras fueron similares. Cuatro de cada diez participantes admitieron haber sido víctimas de una experiencia sexual negativa en la infancia.

De acuerdo a la información aportada por la segunda versión del estudio en 2011, el 53 % de los jóvenes manifestó haber sufrido manoseo, el 26 % abuso físico y el 13 % violación [9]. Porcentajes que no dejan indiferentes y que podemos extrapolar a nuestro contexto. Imaginemos entonces un grupo juvenil de 30 miembros. Según los datos entregados, potencialmente 12 miembros habrían sufrido alguna experiencia sexual negativa en su niñez.

Hermanos y hermanas, es imposible dormirse en la indiferencia, muchos de los nuestros callan un gran dolor por miedo a ser mal interpretados.

3. Las Consecuencias
La impronta de un abuso sexual no se borra con el paso del tiempo. Todo lo contrario, si el maltrato es ignorado y pasado por alto, provocará una variada problemática que se incrementará con los años. Las consecuencias se traducirán en vergüenza y culpa, impotencia y falta de vida, aislamiento y desconfianza [10]. Es literalmente una catástrofe.

La víctima puede evolucionar, en el área sexual, de tres maneras distintas: 1) se hipersexualiza, es decir, busca proximidad por medio del sexo; 2) altera su identidad sexual o; 3) reacciona negativamente frente a todo estímulo sexual desarrollando fobias. Y se suma el desarrollo de otro tipo de problemas sicológicos, emocionales y hasta físicos [11]. Los que se expresarán en un corto, mediano y/o largo plazo.

Por estas razones es que el doctor Edwin L. Ortiz es enfático al mencionar que los “niños y niñas [abusados] despliegan traumas en su desarrollo emocional, social, sexual y espiritual. […] El abuso sexual, especialmente trastoca la identidad y crea una enorme confusión del diseño original de Dios para cada uno de ellos. Las emociones son secuestradas y se produce un quebrantamiento en el espíritu del niño. […] Luego, el adulto, experimenta daños profundos en su identidad espiritual, su alma y su cuerpo. Esa persona jamás volverá a ser la misma sin la intervención de un mentor espiritual y el trato directo del Espíritu Santo, que le revele el maravilloso amor de Jesús” [12].

4. La Restauración
Para quienes continúan transitando, cargando el quebranto sexual, la tierra les puede parecer un infierno y su vida una miseria. La depresión, los problemas de sueño y de alimentación, las conductas autolesivas y antisociales, entre otras, no permiten ver con la perspectiva correcta y nublan el caminar de las víctimas.

Sin embargo, los traumas pueden aminorarse cuando la verdad sale a la luz prontamente. Si el menor cuenta lo sucedido el pronóstico es más alentador. Mas, cuando la víctima guarda el secreto, las consecuencias serán severas y se sostendrán en el tiempo [13]. Actuar oportunamente es crucial.

La ruta a seguir, en el proceso de restauración, se inicia con la denuncia del delito ante las autoridades pertinentes. Y luego se trabajará en dos planos distintos: el espiritual y la consejería [14].

Aquel que sufre deberá avanzar en etapas que le llevarán a restablecer su relación con el Señor, consigo mismo y con sus pares [15]. No será fácil ni exento de dolor, pero sí  liberador y sanador.

5. La Prevención
La mejor herramienta de prevención es una adecuada educación sexual a temprana edad y una buena comunicación con los padres. Si éstos enseñan a sus hijos y mantienen una relación fluida con ellos, el riesgo de ser víctima de un abuso sexual disminuye drásticamente en un 80% [16].

Se recomienda, por lo tanto, que los tutores de los niños y niñas puedan [17]:
  • Enseñar acerca de sexualidad.
  • Quitar los mitos y mentiras acerca del abuso y la violación. Como por ejemplo que éstos actos son espontáneos y sólo cometidos por depravados, pues los abusadores planean con sumo detalle antes de cometer el delito y en un 90 % son individuos conocidos del menor.
  • Cambiar la enseñanza basada en estereotipos culturales y adoptar la bíblica. Las mujeres no pueden aceptar la pasividad ni los hombres la agresividad.
  • Cuidar el ambiente seguro en el hogar.
  • Exponer a los abusadores públicamente, defendiendo a la víctima.
Es un deber de los adultos el informarse y educarse, para así traspasar a los hijos e hijas el conocimiento necesario para enfrentar la vida. No podemos esperar que los niños crezcan y sean víctimas de agresiones para despertar a la realidad. Dios otorga a los padres la responsabilidad de proteger y guiar a sus pequeños.

6. La Comunidad
Y como creyentes, miembros del cuerpo de Cristo, no podemos ignorar esta cruda verdad. El mensaje de Jesús fue claro y nos ha encomendado seguir sus pasos. El Maestro declaró:
El Espíritu del Señor está sobre mí, 
Por cuanto me ha ungido para dar buenas nuevas a los pobres;
Me ha enviado a sanar a los quebrantados de corazón; 
A pregonar libertad a los cautivos, 
Y vista a los ciegos; A poner en libertad a los oprimidos; 
A predicar el año agradable del Señor. (Lucas 4:18 y 19).
La iglesia debe empoderarse de su rol de comunidad sanadora, cobijando a los afligidos por el quebranto y dolor; guiando a Cristo al corazón angustiado, y acompañando en el proceso de restauración. Hemos de trabajar para la libertad del cautivo y para el actuar con justicia.

Ser sal es favorecer y mantener el equilibrio en medio del caos, proclamando la esperanza para aquellos a quienes se les robó. Ser luz es levantar la voz y no callar la verdad, denunciando al criminal y no guardando un cómplice silencio. Amemos la redención y la justicia. Bienaventurados los que lloran, porque ellos recibirán consolación. (Mateo 5:4).


Nota: Para obtener mayor información visite http://blog.libresencristo.org/tag/abuso/ Y  si desea unirse a la campaña internacional “Todos contra el abuso infantil”, diríjase a http://www.placeresperfectos.com.ar/todos/
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Referencias
[1] Eric Araya Navarrete es parte del equipo voluntario del Ministerio Libres en Cristo desde 2011. Trabaja con adolescentes y jóvenes que luchan con problemática sexual. Para mayor información http://www.libresencristo.org/
[2] Historia verídica. El nombre del protagonista ha sido cambiado para proteger la identidad.
[3] La sanidad del abuso sexual es un proceso que involucra etapas. No es un evento, sino un curso de sucesos que resultan en la restauración del corazón herido. Comienza en el caso de los creyentes, con el toque del Señor y, generalmente, se proyecta por medio de los recursos que Él ha provisto a través de consejeros cristianos y terapeutas.
[4] Asamblea General de las Naciones Unidas. “La Violencia contra los Niños. El Estudio del Secretario General de las Naciones Unidas”, 29 de agosto de 2006 español, original en inglés, página 10, http://www.unicef.org/violencestudy/spanish/reports/SG_violencestudy_sp.pdf Accedido 13.04.2013.
[5] Se pueden clasificar cinco: el sexual, el maltrato físico, la negligencia, el espiritual y la agresión verbal. Citado por Steve R. Tracy en “Cómo Comprender y Sanar el Abuso”. Editorial Vida, Miami, Florida 2011. Páginas 26-46.
[6] E. Echeburúa y P. de Corra “Secuelas emocionales en víctimas de abuso sexual en la infancia”. Cuad Med Forense 2006; 12(43-44):75-82. Enero-Abril 2006. http://scielo.isciii.es/pdf/cmf/n43-44/06.pdf Accedido 13.04.13
[7] Ibid.
[8] José Luis y Silvia Cinalli. “Niños con Futuro: qué, cómo y cuándo enseñar sexualidad a los niños”.  Chaco, 1ª Edición, 2009, págs. 51-65.
[9] Para una revisión completa de los estudios ver: José Luis y Silvia Cinalli. “La Iglesia al Desnudo: escalofriantes cifras del comportamiento sexual”.  Resistencia, Chaco, 1ª Edición, 2012.
[10] Steve R. Tracy en “Cómo Comprender y Sanar el Abuso”. Editorial Vida, Miami, Florida 2011. Páginas 93-163.
[11] José Luis y Silvia Cinalli. “Niños con Futuro: qué, cómo y cuándo enseñar sexualidad a los niños”.  Chaco, 1ª Edición, 2009, págs. 51-65.
[12] Edwin Lemuel Ortiz. “Intimidades. Para que estés bien desde adentro”. Grupo Nelson, Nashville, Tennessee, Estados Unidos, 2012.Páginas 123-133.
[13] José Luis y Silvia Cinalli. “Inocencia Robada. Cómo identificar y ayudar a las víctimas de abuso sexual”. Chaco, 1ª Edición, 2009, págs. 31 y 32.
[14] Ibid. Hablamos de consejería para referirnos a la orientación técnica entrega por pastores calificados o profesionales capacitados en el abordaje de la temática.
[15] Steven R. Tracy esquematiza este proceso en un modelo de 6 fases. 1) Establecer la seguridad. 2) Escoger enfrentar la verdad y sentir. 3) Relatar y sentir la historia. 4) Identificar la distorsión y reclamar el diseño de Dios. 5) Arrepentirse de la falta de vida y de la negación. 6) Lamentar la pérdida y atreverse a tener esperanza. Citado en “Cómo Comprender y Sanar el Abuso”. Editorial Vida, Miami, Florida 2011. Páginas 167-248.
[16] Campaña “Todos contra el abuso infantil”. Ver http://www.youtube.com/watch?v=lAMkw9vYa2o Accedido 21.04.2013.
[17] José Luis y Silvia Cinalli. “Niños con Futuro: qué, cómo y cuándo enseñar sexualidad a los niños”.  Chaco, 1ª Edición, 2009, págs. 51-65.


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