Comentario Médico de los Padecimientos de Jesús

March 17, 2013

Despreciado y desechado entre los hombres, varón de dolores, experimentado en quebranto; y como que escondimos de él el rostro, fue menospreciado, y no lo estimamos. Ciertamente llevó él nuestras enfermedades, y sufrió nuestros dolores; y nosotros le tuvimos por azotado, por herido de Dios y abatido. Mas él herido fue por nuestras rebeliones, molido por nuestros pecados; el castigo de nuestra paz fue sobre él, y por su llaga fuimos nosotros curados. (Isaías 53: 3-5)

Por Benjamín Díaz Nanjari, Médico Cirujano
IEP Antofagasta

El presente documento tiene por finalidad dar una visión médica de lo que padeció nuestro señor Jesucristo en el penoso proceso previo y durante la crucifixión. El periodo de la pasión ocurre desde aproximadamente las 21 horas de la noche anterior hasta las 15 horas del día siguiente, en total 18 horas, periodo en el que Jesús no tuvo descanso, no se alimentó ni durmió, fue oprimido con gran violencia física y estrés psicológico.

En el Getsemaní
En los cuatro evangelios se menciona que Jesús se angustió en gran manera la noche anterior a su muerte, y es Lucas, quien destaca lo siguiente: Y estando en agonía, oraba más intensamente; y era su sudor como grandes gotas de sangre que caían hasta la tierra (Lc 22:44).  En términos médicos lo que ocurrió en aquel momento se llama Hematohidrosis, esto se debe al gran estrés que era sometido Jesús, estrés ya sea espiritual, emocional y físico, ocurre que los pequeños vasos sanguíneos ubicados junto a las glándulas sudoríparas debido a una respuesta fisiopatológica, estos vasos extravasan sangre en esta zona y se mezcla con el sudor generando sudor como sangre.

Lo anterior no es para menos, la finalidad de su venida dependía de ese sacrificio, el cargar con los pecados de toda la humanidad pagando su precio.

En esa noche, cuando Judas, uno de sus 12 discípulos, le traiciona y le entrega en manos de los judíos por 30 piezas de plata, en el Getsemaní es detenido por los guardias con violencia y aquí comienza a recibir los primeros golpes.

Ante el Sanedrín
El Sanedrín era una corte o consejo comprendido por alrededor de 23 personas.  Cuando presentan a Jesús ante el sumo sacerdote y el resto de los que componían el consejo, un soldado le golpea en la cara, falsos testigos acusan a Jesús, finalmente todos los del consejo escupen, se burlan y abofetean a Jesús.  Los guardias de palacio le ponen venda en los ojos y le golpean con fuerza.

Entonces le escupieron en el rostro, y le dieron de puñetazos, y otros le abofeteaban (Mt 26:67).

El profeta Isaías menciona Di mi cuerpo a los heridores, y mis mejillas a los que me mesaban la barba; no escondí mi rostro de injurias y de esputos (Is 50:6).

Ante tal escena, hemos de pensar que Jesús queda con Traumatismo facial múltiple, con Hematomas faciales y posibles fracturas de huesos nasales y maxilares.

En la mañana
Después de una angustiosa y sufrida noche, muy de mañana Jesús es llevado ante Pilato, donde no se le encuentra culpable, por lo que es derivado a Herodes, donde solo recibe burlas y es devuelto a Pilato ante la acusación de querer ser Rey y enfrentarse al Cesar.

Entonces Herodes con sus soldados le menospreció y escarneció, vistiéndole de una ropa espléndida; y volvió a enviarle a Pilato (Lc 23:11).

Tras una deliberación de los judíos, éstos hacen una segunda acusación que sí entraba dentro de la Lex Julia: (Había permitido ser aclamado Hijo de David que según ellos iba a ser su rey). Quería hacerse rey y esto iba contra el Emperador.  Pilato tiene obligación de atender esta acusación.

En el Pretorio
El Pretorio es el cuartel general de la armada romana y a la vez el lugar de residencia de Pilato.  Lugar al que acudieron los sacerdotes, gobernantes y el pueblo una vez que Jesús es devuelto por Herodes.

Mateo y Marcos no sólo constatan el hecho: Y habiendo hecho flagelar a Jesús, lo entregó (Pilato) para que lo crucificaran (Mt 27:26, Mr 15:15).

Lucas es más explícito, y cuando está explicando los esfuerzos de Pilato para salvar a Jesús, al final nos cita una frase del Prefecto: Le castigaré y luego le soltaré (Lc 23:16).  Ya vislumbramos algo. Juan nos afirma que Jesús fue flagelado durante los juicios de Pilato.  La flagelación intensa en el tribunal, solo se hacía cuando ésta sustituía a la pena capital, Pilato quiso evitar la condena a muerte, razón por la que somete a Jesús ante los azotes romanos.

La flagelación consiste en que al preso se le desnudaba, se le ataban las manos sobre la cabeza, para que no se defendiera, los hombres más fuertes eran seleccionados para impartir este castigo que generalmente eran 3 a 5 soldados quienes se turnaban ya que se cansaban al dar con tanto ímpetu los latigazos.  Los instrumentos utilizados por los romanos en aquella época eran:
  • Lorum, que era una simple correa ancha utilizado en personas libres y ciudadanos romanos.
  • Varas o bastones, utilizados en soldados que habían cometido alguna falta grave.
  • Flagrum, mango de madera del que partían dos o más correas estrechas de cuero.
  • Flagellum taxillatum, igual que el anterior pero las correas terminaban con bolitas de metal esquinadas o con fragmentos de huesecillos, se piensa que fue el utilizado con Jesús.
  • Plumbum o Plumbata, eran cadenas que terminaban con trozos de plomo y tenían una anilla por empuñadura.
Con la flagelación la persona quedaba irreconocible en su aspecto y sangrando por todo su cuerpo.

Como se asombraron de ti muchos, de tal manera fue desfigurado de los hombres su parecer, y su hermosura más que la de los hijos de los hombres (Is 52:14).

Nuestro Señor padeció según la costumbre romana, lo que no limitaba el número de latigazos, sino que solo se limitaban a que si debía o no morir la persona, en el caso de Jesús es probable que la orden fue darle latigazos pero no darle muerte.

Con cada azote romano, el cuerpo de Jesús titubea, en varias ocasiones debió caer, sus fuerzas eran mermadas.  Su piel quedo con múltiples lesiones en cabeza, tórax, abdomen, extremidades superiores e inferiores, con hematomas y laceraciones o heridas que afectaban piel, tejido subcutáneo, músculos e incluso zonas con grandes desgarros que exponían hueso (como en la zona costal). 

Un mecanismo de defensa consiste en el reflejo masivo corporal flexor, que incluye reducir la movilidad al mínimo. La reducción de movilidad en el tórax implica disminución de la actividad respiratoria: se producen muchas respiraciones superficiales, ventilación pulmonar insuficiente; falta aporte de oxígeno en el organismo (hipoxemia), se acumula dióxido de carbono en los tejidos (hipercapnia) con la consecuente acidosis respiratoria.  Todo esto ocasionaba gran dolor, dificultad para respirar debido a las lesiones que limitaban la movilidad torácica, hemorragia severa externa, signos de deshidratación e hipotensión.  Es probable también que debido a los golpes recibidos en la zona torácica estos pudieron haber ocasionado lesiones internas como pleuritis, pericarditis, edema y derrame pleural (acumulación patológica de líquido en el espacio interpleural).   Hemos de pensar además, probable insuficiencia hepato-renal debido a los múltiples golpes en esas zonas, la pérdida de sangre y deshidratación, lo que sin duda conlleva a una alteración electrolítica y de otros parámetros biológicos que ponen en dificultad la sobrevida.

Juan nos dice Así que, entonces tomó Pilato a Jesús, y le azotó.  Y los soldados entretejieron una corona de espinas, y la pusieron sobre su cabeza, y le vistieron con un manto de púrpura; y le decían: ¡Salve, Rey de los judíos! y le daban de bofetadas (Jn 19:1-3).

Aún estando Jesús en esta condición la crueldad de estos soldados queda demostrada al seguir aplicando castigos fuera de la flagelación. 

La corona de espinas se piensa que fue hecha con la poterium spinosum, la hebrea “sirah”, son ramas flexibles con espinas largas, entretejida a modo de casco, eran las de un arbusto espinoso abundante en Jerusalén, y que era usada en invierno para calefaccionar las casas.  Estas espinas dañaban sin duda los numerosos vasos sanguíneos que se encuentran muy superficial en el cuero cabelludo, tales como arteria temporal superficial, sus ramas parietal y frontal, arteria supraorbitaria, arteria occipital, arteria auricular posterior junto a sus venas y nervios, que al ser dañadas produce abundante hemorragia, debido a que las arterias no se retraen con facilidad en esta zona y el dolor producido por la irritación y daño al tejido nervioso.  Considerar que el proceso de coagulación no era 100% efectivo debido a que el objeto punzante (corona de espina) la llevo por largas horas, al menor movimiento estas heridas volvían a sangrar.

Mas yo soy gusano, y no hombre; Oprobio de los hombres, y despreciado del pueblo (Sal 22:6).

Vía crucis
Pilato pronuncia la condena a muerte en la cruz, entregando a Jesús al pueblo para que lo crucificasen.  Le arrancan la túnica púrpura violentamente, es posible que ésta se encontraba adherida a la piel sangrante de Jesús, al arrancárselas abren nuevamente las heridas, avivándose el dolor, provocando hemorragia, frío, temblores musculares, vergüenza y humillación.

Mateo nos dice Después de haberle escarnecido, le quitaron el manto, le pusieron sus vestidos, y le llevaron para crucificarle (Mt 27:31).

Le hacen cargar la cruz, en ese tiempo no se cargaba la cruz completa, como muchos piensan, sino solamente el madero transversal llamado patibulum, que podría pesar entre 40 y 50 Kg., basto y rugoso, que debía transportar Jesús entre sus brazos y zona posterior cervical.  El camino entre el Pretorio y el Gólgota, consta alrededor de 1 Km., camino que tuvo que llevar esa cruz ocasionando dolores en la zona de roce con el madero, expuesto a feroces caídas, con un aumento en la intensidad del dolor en la zona occipital por la corona, sediento y fatigado, en estado de shock, rodeado de burlas, injurias, golpes y humillaciones.  Es difícil imaginar tanto sufrimiento físico y moral.

Ante la condición física de Jesús, los romanos obligaron a un hombre, Simon de Cirene, le ayudase a cargar el madero.

Crucifixión 
En la crucifixión, la persona era colgada desnuda ante la multitud, el dolor y el daño causado fue concebido para ser tan sumamente intenso que la persona anhelase constantemente la muerte, pero podría perdurar por días, método de muerte que los romanos practicaban con gran habilidad.

Primero se le clava en el patibulum, se ubica en las manos entre los huesos del carpo y martillan un clavo, pesado y cuadrado de hierro fundido que le atraviesa dañando estructuras tan sensibles como el nervio mediano, ocasionando un dolor tan intenso que ni la morfina sería de ayuda, dolor ardiente, como relámpagos atravesando el brazo hasta su médula, éste es el daño directo que ocasionaban estos clavos en las manos, pero el daño indirecto era asimismo cruel al ser éstos el punto de apoyo mientras estaba colgado en la cruz.  Además, sus brazos se estiraron y probablemente debieron luxar ambos hombros. “…y todos mis huesos se descoyuntaron” (Sal 22:14).

Cuando Jesús fue alzado para unir el patibulum al stipes (madero vertical de la cruz), se procede a clavarles los pies, esto lo hacían con 1 o 2 clavos, se colocaban los clavos en el dorso del pie para atravesar entre los huesos metatarsianos, y el pie quedaba vertical sin apoyo, el dolor por el daño a estructuras anatómicas en la zona era muy similar al sufrido en sus extremidades superiores.

Comienza la tortura de la crucifixión, en esta postura era imposible respirar, por falta de movilidad torácica, única forma era apoyarse en los pies y tirar de las muñecas para levantarse y tomar aire, luego dejarse caer y repetir esta acción en cada ventilación, ocasionando que los clavos fueran desgarrando el pie hasta que quede finalmente incrustado entre los huesos del tarso.  La crucifixión era una muerte lenta y agonizante por asfixia.

Cada ventilación era un suplicio, el roce de la espalda con el madero ocasionaba que sus heridas nuevamente se abrieran, añadiendo más dolor al crucificado.

Jesús, en la cruz, comienza a padecer de intensos calambres musculares, con esto viene la falta de fuerza para impulsarse hacia arriba y tomar aire, colgado por los brazos los músculos pectorales están paralizados y los músculos intercostales quedan sin poder funcionar, se pueden llenar los pulmones con aire, mas es dificultoso exhalar.  El dióxido de carbono aumenta a nivel pulmonar y en la sangre, los calambres se relajan parcialmente. Espasmódicamente logra exhalar y luego inhalar el oxigeno escaso que sostiene su vida.

Frederick Farrar [1] describe: “Porque de hecho una muerte por crucifixión parece incluir todo lo que el dolor y la muerte puedan tener de horrible y espantoso – vértigo, calambres, sed, inanición, falta de sueño, fiebre, vergüenza, publicación de la vergüenza por larga duración del tormento, horror de la anticipación, mortificación de las heridas no cuidadas – todo intensificado hasta el punto en el que puede ser soportado, pero llegando hasta un poco por debajo del punto que daría al sufriente el consuelo de la inconsciencia”.

En estas condiciones tendríamos el siguiente cuadro clínico:
  • Politraumatizado por agresión.
  • Traumatismo facial severo (Posibles fracturas nasal y maxilar).
  • Múltiples heridas contusas y cortocontusas en zona craneal, toracoabdominal, extremidades superiores e inferiores, con exposición de tejido subcutáneo, músculos, tendones y huesos.
  • Heridas punzantes por espinas en zona craneal.
  • Heridas punzantes por clavos en manos y pies.
  • Shock hipovolémico (Hemorragias externas severas).
  • Shock séptico.
Oh, cuán grande sufrimiento de nuestro señor Jesús, varón de dolores, experimentado en quebranto; y como que escondimos de él el rostro, fue menospreciado… llevó el nuestras enfermedades, y sufrió nuestros dolores… Más él herido fue por nuestras rebeliones (Is 53:3-5).

Y estando en esa condición agonizante, indescriptible e inimaginable situación de tormento, Jesús, el Hijo de Dios, menciona:
  1. Mirando a los soldados que tiraban suerte en su capa, los que le golpearon, clavaron y colgaron en la cruz, nuestro señor dijo: Padre, perdónalos porque no saben lo que hacen (Lc 23:34).
  2. Al ladrón arrepentido, Entonces Jesús le dijo: De cierto te digo que hoy estarás conmigo en el paraíso (Lc 23:43).
  3. Cuando vio Jesús a su madre, y al discípulo a quien él amaba, que estaba presente, dijo a su madre: Mujer, he ahí tu hijo.  Después dijo al discípulo: He ahí tu madre… (Jn 19:26-27).
  4. El clama con angustia.  Cerca de la hora novena, Jesús clamó a gran voz, diciendo: Eli, Eli, ¿lama sabactani? Esto es: Dios mío, Dios mío, ¿Por qué me has desamparado? (Mt 27:45).
  5. Después de esto, sabiendo Jesús que ya todo estaba consumado, dijo, para que la Escritura se cumpliese: Tengo sed (Jn 19:28). (Ver Sal 22:15).
  6. Jesús…dijo: Consumado es… (Jn 19:30).
  7. En sus últimos momentos clama.  Entonces Jesús, clamando a gran voz dijo: Padre, en tus manos encomiendo mi espíritu. Y habiendo dicho esto, expiró (Lc 23:46).  Es posible que al exclamar esto, fue la última expresión de fuerza espiratoria, y el posible dolor cardíaco extremadamente agudo, que pudo implicar la rotura cardiaca, no grito para llamar la atención, sino como consecuencia refleja de la percepción instantánea de un dolor de fuerte intensidad.
La creación entera se estremece ante el grito de la redención, momento clave en que las puertas de la gracia son abiertas y esta nueva dispensación de la gracia se extiende a cada uno.

Y he aquí, el velo del templo se rasgó en dos, de arriba abajo; y la tierra tembló, y las rocas se partieron (Mt 27: 51).

El centurión reconoce la divinidad de Jesús, El centurión, y los que estaban con él guardando a Jesús, visto el terremoto, y las cosas que habían sido hechas, temieron en gran manera, y dijeron: Verdaderamente éste era Hijo de Dios (Mt 27:54).

La multitud se confiesa y se golpea su pecho (Ver Lc 23:48).

A petición de los judíos se solicita que los criminales mueran, las piernas de los ladrones son quebradas (Jn 19:31-32).  Pero a Jesús no le tocaron, pues ya había muerto, sin embargo el soldado para asegurarse que efectivamente estaba muerto, abre el costado de Jesús con una lanza, donde al instante salió sangre y agua (Jn 19:34).

Causas de muerte
A lo largo de la historia muchos médicos, fisiólogos y otros entendidos, han tratado de definir la causal de muerte en Jesús, pero no importa la causa, el sistema más afectado sin duda es el cardiorrespiratorio, por:

La enorme tensión emocional y descargas de sustancias activadas por el sistema nervioso que provoca taquicardia y reducción del flujo sanguíneo.

Shock hipovolémico producto de las hemorragias y falta de hidratación, y probablemente también shock séptico.

Arritmias cardiacas, por taquicardia elevada, sobrecarga del corazón y alteraciones hidroelectrolíticas sanguíneas.

Posible insuficiencia cardiaca que conlleva a edema pericárdico y pulmonar, secundarios que podrían reducir la ventilación y contractibilidad cardíaca.

Asfixia por el edema pulmonar y la postura del crucificado.

Probables trombos circulantes que pueden obstruir arterias y venas de órganos vitales. La presencia de un estado de hipercoagulabilidad pudo contribuir a la formación de trombos.

Insuficiencia renal, por hiperbilirrubinemia e hiperuricemia con efectos graves en el sistema nervioso central.

El hecho que gritara en voz alta y luego expirara, sugiere la posibilidad de muerte súbita por infarto masivo, rotura cardíaca o arritmia cardíaca letal.

Como se ha descrito anteriormente, solo es un pequeño vistazo a la crueldad que realmente padeció nuestro Señor y Salvador Jesucristo.  Pero este Jesús, que no estimo el ser igual a Dios, que se despojó a sí mismo, haciéndose obediente hasta la muerte, y muerte de cruz. A éste muerto en tal indignas condiciones, el todopoderoso Dios le exalto hasta lo sumo, y le dio un nombre sobre todo nombre, aleluya, para que en el nombre de Jesús se doble toda rodilla de los que están en los cielos, y en la tierra, y debajo de la tierra; y toda lengua confiese que Jesucristo es el Señor, para gloria de Dios Padre.

Que el sempiterno Dios, os guarde y bendiga por siempre. Amén.


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Referencias

[1] Frederick W. Farrar, The Life of Christ (Dutton, Dovar: Cassell and Co., 1897).

3 comments:

Unknown said...

Gracias por este artículo, por mucho tiempo busqué algo como esto

fesiglo21 said...

Hno Sergio, toda la gloria es para el Señor! Nos alegramos el articulo haya sido de bendición.

Unknown said...

Cuan importante que todos tomen conciencia lo que sufrio por amor a nosotros que no eramos del pueblo escogido por Dios y con mas ansias corramos esta carrera y que nadien ni nada nos detenga hasta un dia llegar a su precencia.

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